La actualidad política y económica andaluza envía señales contradictorias. Los Presupuestos que se presentarán en el Parlamento andaluz después del 12 de octubre serán los primeros que tendrán déficit cero tras 13 años de travesía en el desierto, en los que las cuentas públicas han estado en números rojos debido a una crisis económica que se cebó con nuestra comunidad. El viento de la coyuntura económica sopla ahora de cola para el Gobierno de Juanma Moreno, lo que probablemente le permitirá afrontar la legislatura con tranquilidad. Sin embargo, también es cierto que en el horizonte se avistan nubarrones económicos que algunos interpretan como una nueva crisis cuyas dimensiones está aún por determinar. Esto ha hecho que el consejero de Hacienda, Juan Bravo, haya rebajado las expectativas sobre la famosa "bajada masiva de impuestos". Por las señales emitidas, parece que el Gobierno andaluz no va a aprovechar el buen estado de las cuentas públicas para seguir reduciendo la presión fiscal , uno de sus compromisos electorales y parte del ADN del centroderecha.

Con nubarrones o no en el horizonte, la Junta debe aprovechar el buen momento para acometer la reforma de la Administración a la que se ha comprometido y para seguir insistiendo en la rebaja fiscal mientras sea posible. No se trata de desatender el Estado del bienestar, sino de aprovechar el buen momento para aliviar los impuestos de las clases medias y empresas andaluzas, que fueron las que en su momento pagaron el grueso de la factura de la crisis económica.

El actual Gobierno andaluz llegó a San Telmo con la promesa de un cambio sin precedentes tras casi cuarenta años de ejecutivos socialistas. Este cambio tiene que traducirse, evidentemente, en una política fiscal que apueste por dar mayor libertad a los ciudadanos para que decidan a qué dedican sus ingresos. Es decir, que tengan que pagar menos impuestos. Hay que aprovechar la coyuntura.