Disparate en el Aberri Eguna

Pretender aplicar la cosoberanía ofrecida a Gibraltar a cualquier autonomía demuestra ignorancia histórica, política y jurídica

Como cada Domingo de Resurrección, el PNV, y otros partidos en el País Vasco, celebró su tradicional Aberri Eguna -Día de la Patria-, jornada en la que reivindica sus ideales nacionalistas, lo que es legítimo, y proclama su vocación de convertirse jurídicamente en nación, algo incompatible con la legalidad constitucional vigente. Conforme a la tradición, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, reivindicó ese reconocimiento de Euskadi como nación y, además, una relación de bilateralidad con el Estado. Ortuzar sostuvo que el País Vasco nunca ha sido más nación que ahora ni ha gozado de tanto autogobierno como el que detenta en la actualidad. Obvió, sin embargo, que ese autogobierno emana del Estatuto de 1979, que tiene su legitimidad en la Constitución de 1978, algo habitual en el argumentario nacionalista, que, de forma trilera, sólo enfatiza lo que le conviene. Porque es cierto que el nivel de autogobierno del País Vasco no tiene parangón en Europa, entre otros motivos porque respeta unos fueros que privilegian ese territorio -como a Navarra- respecto a las demás autonomías. Pero en este Aberri Eguna de 2017, 85 años después del primero -que precisamente se celebra en Domingo de Resurrección porque Sabino Arana dejó escrito que en esa festividad en 1882 descubrió la patria vasca y justamente partiendo de tomar conciencia del privilegio de los fueros que ya era señalado como privilegio en el siglo XIX-, el PNV reclamó la misma cosoberanía que el Gobierno de España ha ofrecido a Gibraltar. "Por qué, si se ofrece ahora desde Madrid la cosoberanía a Gibraltar, no vamos a poder tenerla también los vascos", dijo literalmente Ortuzar. Ni siquiera el oportunismo habitual del nacionalismo justifica esta afirmación, que supone un desprecio palmario no sólo al contexto político y la historia del Peñón y su contencioso, sino que también demuestra una ignorancia supina sobre el estatus jurídico de Gibraltar: es territorio británico por cesión de España, mediante un tratado internacional, suscrito en Utrecht en 1713 -más de un siglo antes no de que Arana idease la patria vasca sino de que si quiera naciese- y que además reconoce el derecho preferente de España a recuperar la soberanía si el suelo cedido dejase de estar bajo la tutela de la Corona del Reino Unido. Pretender la cosoberanía que se ofrece a Gibraltar, en el contexto de la pérdida de la condición de ciudadanos de la Unión Europea de los llanitos por el Brexit, es aplicable a cualquier autonomía -tengan o no movimientos políticos que, de manera más o menos explícita, reclaman la independencia- resulta un disparate mayúsculo que ni siquiera es admisible en el entorno festivo y de arenga de los ideales nacionalistas propio del Aberri Eguna.

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