La Fiscalía e Interior, bajo sospecha

El ciudadano tiene la sensación de que la Fiscalía Anticorrupción se ha convertido en un brazo político del PP para tapar sus vergüenzas

Los ciudadanos no suelen estar pendientes de las pequeñas y grandes luchas de poder que se producen todos los días en las altas instituciones del Estado. Los tranquiliza pensar que, más allá de estas trifulcas inherentes a toda actividad política -e incluso humana-, vivimos en una democracia parlamentaria en la que sus tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, cumplen sus funciones con rigor y escrupuloso respeto a la ley. Lo normal es que los españoles de a pie no conozcan ni los nombres ni las funciones exactas de cargos como la Secretaría de Seguridad del Estado o la Fiscalía contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada. En una democracia que funciona bien esos escalones del organigrama del Estado son casi anónimos.

Sin embargo, en los últimos días los ciudadanos españoles hemos aprendido bien que el secretario de Estado de Seguridad (exceptuando los de Córdoba, donde fue alcalde) se llama José Antonio Nieto y que el fiscal anticorrupción es Manuel Moix. ¿La razón? No paran de aparecer en los titulares debido a las sospechas de que tuvieron comportamientos irregulares vinculados a la operación Lezo. Por ahora hablamos sólo de acusaciones y sospechas, algunas de ellas bien azuzadas por la oposición para sacar réditos políticos, pero lo cierto es que, como mínimo, las actuaciones de ambas personalidades han sido poco estéticas y políticamente inoportunas. ¿Qué hacía Nieto recibiendo en su despacho al hermano de Ignacio González poco antes de que lo detuviesen? ¿Por qué los fiscales que llevan la operación Lezo acusan a Moix de obstaculizar las diligencias que llevaron a la detención del ex presidente de la Comunidad de Madrid? ¿Por qué Moix destituyó al fiscal López Bernal, que destapó el escándalo que terminó con la dimisión del presidente de la comunidad murciana? ¿Por qué el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, se empeña en mantener a toda costa a Moix pese al evidente malestar que existe contra él en su departamento? Son preguntas que requieren unas respuestas meridianamente claras, algo que no hicieron ni Rajoy, en la última sesión de control del Congreso, ni el ministro de Justicia, Rafael Catalá, ni el propio Maza en la Comisión de Justicia del miércoles.

Sea verdad o no, hoy por hoy el ciudadano tiene la sensación de que la Fiscalía Anticorrupción se ha convertido en un brazo político del PP para intentar tapar sus vergüenzas. Mal servicio a la estabilidad de España y del sistema está haciendo el Gobierno dejando que prosperen estas sospechas sin adoptar medidas drásticas.

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