La Justicia y el caso de la listeriosis

La rápida acción judicial arroja luz en una crisis que, sin embargo, va a tardar mucho en solucionarse definitivamente

El ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para el gerente de Magrudis, José Antonio Marín, y su hijo mayor, Sandro José, a los que la juez atribuye un delito contra la salud pública, tres homicidios por imprudencia grave, dos abortos y lesiones por el brote de listeriosis asociado a sus productos cárnicos, supone un paso importante en una crisis que ha sido un golpe muy duro para la industria del cerdo andaluza. Está bien que la Justicia actúe con rapidez para aclarar cuanto antes qué ha ocurrido exactamente, cómo pudo aparecer un brote incontrolado de listeria pese a la normativa muy exigente en materia alimenticia que existe en nuestra comunidad autónoma. Sin caer en la condena previa -los detenidos, sobra decirlo, tienen derecho a un juicio justo y los medios deben respetar su presunción de inocencia- sí se puede decir que la acción judicial alivia en algo un problema que, sin embargo, va a tardar mucho en solucionarse definitivamente. Hoy por hoy, hay productos derivados del cerdo que están bajo sospecha permanente, pese a que la inmensa mayoría de los productores han demostrado la calidad sanitaria de su oferta. Al mismo tiempo, aunque ese no haya sido su motivo, lanza un mensaje claro sobre las consecuencias que pueden tener las malas prácticas en un sector que requiere de un exhaustivo control higiénico y sanitario.

Es importante y deseable que la Justicia actúe, pero la crisis provocada por la listerioris no puede limitarse a una cuestión judicial. Como ya hemos dicho en alguna ocasión, tanto el sector cárnico como la Junta de Andalucía deben tomar la iniciativa para empezar a recuperar cuanto antes la imagen de una industria importante tanto en lo económico como lo simbólico. Los jueces está para dirimir si ha existido algún comportamiento punible en los responsables de Magrudis, pero la Administración deber ir mucho más allá y liderar la recuperación del prestigio de los productos andaluces derivados del cerdo. Entre otras cosas, debe evitarse que lo que ya se está demostrando que es algo muy puntual (aunque con unas consecuencias muy dramáticas en algunos casos) pase a convertirse en un sambenito con el que cargue todo el sector. Para lograr esto, más allá de las campañas publicitarias y de marketing, es importante que el consumidor recupere la confianza absoluta en estos productos por sus garantías sanitarias reales, por un sistema de control que no permita errores como los cometidos.

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