Lecciones de las crisis sanitarias

Las Administraciones deben revisar los protocolos y sistemas de control para garantizar una mayor seguridad alimentaria y sanitaria

En paralelo al grave brote de listeriosis que ha causado ya tres víctimas mortales en Sevilla, cinco abortos y doscientos afectados, otra alerta sanitaria está poniendo en cuestión en Andalucía el rigor en la vigilancia, control y supervisión de productos especialmente sensibles para la ciudadanía: siete menores se han visto afectados en Granada por hipertricosis -hay una veintena de casos a nivel nacional que sufren el llamado síndrome del hombre lobo por el crecimiento excesivo de vello corporal- a consecuencia de un fallo interno producido en una empresa de Málaga que comercializó minoxidil (principio para la alopecia) como el protector gástrico omeprazol por un error en el envasado.

Adiferencia de la listeriosis, donde los reproches entre la Junta de Andalucía (PP-Cs) y el Ayuntamiento de la capital (PSOE) culpabilizándose de la gestión de la crisis se han unido a la ocultación de información e irregularidades cometidas por la propia empresa (Magrudis), el brote de hipertricosis está teniendo un impacto mediático y social mucho más comedido gracias a la transparencia con que se está detallando el alcance y evolución de los casos, a la agilidad con que se ha esclarecido el origen del problema -el lote original se fabricó en un laboratorio de la India, pero ha sido en Málaga donde se ha producido el fallo- y a la contundente toma de medidas que se ha realizado con la clausura de la empresa y la retirada inmediata de las partidas afectadas. El sistema de control ha funcionado, ya que ha sido la propia Agencia del Medicamento la que lanzó la alerta, y el problema se está afrontando con la máxima colaboración y lealtad por parte de todos los implicados (públicos y privados).

La indignación entre las familias afectadas nada tiene que ver con esta lectura, por el sufrimiento y dificultades que han sufrido hasta llegar al diagnóstico correcto tras descartar problemas congénitos y enfermedades raras, el trasfondo de las alertas resulta igualmente preocupante y es comprensible, además, la inquietud social que se ha desatado al observar en un breve espacio de tiempo la fragilidad de los sistemas de control y las graves consecuencias que puede suponer un error en la manipulación y distribución de productos tan sensibles. Es por ello que hay que tomar tanto el caso de la listeriosis como el de la hipertricosis -junto con el de las latas de atún DIA que acaba de salir a la luz- como una llamada de atención para que las Administraciones asuman los fallos desde la autocrítica y la responsabilidad, actúen con lealtad institucional y arbitren los cambios necesarios. Legales y de competencias, incluso, si así se considera que pueden contribuir a reforzar la vigilancia y garantizar la seguridad alimentaria y sanitaria.

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