Recuperar la Madrugada

En 2000 no se tomaron medidas y ahora pagamos las consecuencias. Hay que hacer compatible seguridad y asistencia masiva

Los incidentes ocurridos la pasada Madrugada han dejado herido, desgraciadamente para mucho tiempo, uno de los principales hitos que tiene por escenario cada año las calles de la ciudad. Cualquiera que viera los telediarios del pasado viernes o se asomara a las webs de los principales diarios españoles comprobaría la imagen de fracaso y desolación que ofrecía Sevilla al resto del país. La trasladaba además en una jornada clave, de las que mayor capacidad de atracción tiene. El delegado de Seguridad y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, dijo al valorar los hechos que la Madrugada había quedado tocada. Lamentablemente, se queda corto. La celebración queda seriamente deteriorada y ahora recuperarla va a costar tiempo y exigirá grandes dosis de responsabilidad e inteligencia. Se ha roto, hay que admitirlo, el clima de convivencia ciudadana que imperaba en la jornada central de la Semana Santa de Sevilla. Había síntomas desde hace mucho tiempo y tras los graves incidentes de 2000 se deberían de haber tomado medidas contundentes para cortar el mal de raíz. Entonces no se hizo y ahora pagamos las consecuencias. El gamberrismo desaforado, el matonismo y un uso perverso de las redes sociales por algunos han provocado la quiebra. Pero de nada vale lamentarse por lo ocurrido la pasada Madrugada si no es para tomar conciencia de su gravedad y exigir que se pongan en marcha medidas que hagan imposible, o casi, su repetición. Para ello es imprescindible que se haga compatible el principio de autoridad y el control de la calle por los que son responsables de ello con la presencia masiva de ciudadanos para asistir a una celebración tan importante como ésta. Y hay que recuperar el espíritu cívico que hasta ahora ha servido como base. Es el reto de las autoridades, municipales y gubernativas. Y deben afrontarlo con urgencia y habilidad. A los ciudadanos nos queda la responsabilidad de no amilanarnos y no dar un triunfo fácil a alborotadores y delincuentes. La calle, no debe olvidarse, debe ser nuestra.

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