Trump ataca el uso del idioma español

Trump no podrá con el pujante idioma español, pero hará mucho daños a personas concretas al condenar su lengua a las catacumbas sociales

Donald Trump ha vuelto a hacer gala de su hispanofobia al retirar el idioma español de la página web de la Presidencia de los EEUU, así como el uso de éste en las cuentas institucionales de la Casa Blanca en las redes sociales. No deja de ser llamativo que una de las principales decisiones en materia de comunicación del nuevo y polémico presidente sea la de cargar contra el idioma más usado en su país después del inglés. Hoy por hoy, existen en EEUU más de 40 millones de hispanoparlantes y, según algunas previsiones, en unos años Norteamérica será el país del mundo con más personas que usen el español como idioma materno. Arremeter contra el castellano es, pues, una afrenta deliberada contra un sector importante de la ciudadanía de EEUU que apenas puede ocultar sus motivos racistas y xenófobos.

La inquina de Trump para con la comunidad hispana no es nueva. De todos es conocidos cuando calificó de "violadores" y "hombres malos" a los inmigrantes ilegales que cruzan Río Grande buscando una vida digna que no encuentran en sus países del sur, o las chulerías y desplantes ante México -una nación vecina y supuestamente aliada-, o cuando reprochó a Jeb Bush su dominio del idioma castellano. El hecho de que no haya incluido a un solo hispano en su Gabinete, pese al peso que este colectivo tiene en ciertos sectores del complejo del Partido Republicano y de que representan al 14% de la población, es muy significativo. Cada vez queda más claro que, para Donald Trump, la única manera de ser un "buen ciudadano" de EEUU es acatando al cien por cien la tradición anglosajona y protestante, la conocida como WASP, aunque la verdadera historia, más allá de los mitos fundacionales del Myflower y las Doce Colonias, nos demuestra que la realidad de estados como California, Nuevo México o Texas, por poner sólo unos ejemplos, sería inexplicable sin el conocimiento de su pasado (y presente) hispano.

Ni Trump ni cualquier otra persona podrán impedir el desarrollo del idioma español, por la sencilla razón de que la población hispana es una de las más fértiles en EEUU. Pero puede hacer mucho daño al humillar y condenar a las catacumbas sociales a los usuarios de este bello idioma que usan más de 400 millones de personas en el mundo. En este sentido, la comunidad hispanoamericana debe reaccionar y hacer ver al nuevo presidente de EEUU que no está dispuesto a tolerar sus bravuconerías con nuestra lengua. La próxima Cumbre Iberoamericana ya tiene un importante punto del día.

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