Una apuesta por la formación de los docentes

Hay que garantizar que el periodo de prácticas sea enriquecedor tanto para los aspirantes como para el sistema educativo

Aumentar la calidad en la preparación del profesorado es importante para la educación, como ha planteado el consejero Javier Imbroda, que pretende reformar el sistema de acceso de los docentes a la carrera profesional con un MIR educativo que mejore el actual modelo. No es muy difícil, ya que, como bien detectó José Antonio Marina en su famoso Libro Blanco, que escandalizó a los sindicatos al señalar buena parte de los fallos del sistema, la falta de formación del profesorado es el gran punto débil de la educación en nuestro país. Hay ejemplos en los países de nuestro entorno que utilizan fórmulas más eficaces. Sólo hay que fijarse en ellos y acabar con un sistema de selección que desprecia la práctica y premia la capacidad para memorizar un temario. Esto escuece en el colectivo de docentes, pero sólo decir buenas palabras a maestros y profesores, dando por hecho que muchos hacen una magnífica labor, no ayuda a abordar el problema. Es por eso que hay que valorar la valentía del consejero Imbroda al poner sobre la mesa lo que ninguno de sus antecesores se atrevió. Ahora bien, el mal llamado MIR de educación (en nada se parecerá al de los médicos) servirá de poco si queda en algo rutinario, en un diploma más que hay que obtener y que sirve más para recaudar que para formar. De hecho, algo parecido ya existe con el costoso máster que sustituye al antiguo CAP. Las distintas mesas de trabajo anunciadas, a partir septiembre, con representantes de las universidades, tendrán que garantizar que dicho periodo de prácticas, que podría durar entre dos y tres años, será enriquecedor tanto para los aspirantes como para el sistema educativo. Los exámenes de las oposiciones al Cuerpo de Maestros, por sí solos, incluido el máster, no garantizan la mejor formación. La mayoría de los profesores llegan al aula sin saber cómo enfrentarse a ella. A la hora de especializarse y adquirir experiencia, las prácticas por los distintos centros son la mejor receta. Pero siempre y cuando a los alumnos se les haga un seguimiento acorde a sus necesidades antes de que logren el acceso directo al puesto de trabajo y no el actual trámite de un año de prueba que prácticamente todos superan porque apenas si se fiscaliza su trabajo. Ese periodo de rodaje tiene que estar apoyado por profesionales especializados que orienten durante el proceso. Esto no sale gratis, pero si admitimos que ningún médico residente de primer año puede entrar en quirófano sin un cirujano que le tutele, no tiene sentido que un profesor novato se adentre en solitario ante un material tan sensible como el que conforman los niños y jóvenes que son el futuro de nuestro país.

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