La debilidad de España ante un posible rebrote

Nos enfrentamos a la paradoja de tener que mezclar cierta osadía en la recuperación económica con la precaución sanitaria

Sobre la euforia que parece haber calado en una parte importante de la población andaluza, que con la entrada en la fase 3 y la proximidad de la nueva normalidad cree prácticamente que la pandemia está ya superada, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha vertido un jarro de agua fría. Este organismo internacional deja claro que la economía española será una de las más castigadas por la crisis del Covid-19, con una caída del producto interior bruto (PIB) del 11,1% este año, que sería del 14,4% en caso de que hubiera un segundo rebrote de la enfermedad, la peor caída de todos los países miembros en ese escenario. Sería muy importante que todos tomáramos nota de esta información, porque nos deja claro que un rebrote no sólo sería una tragedia sanitaria con miles de muertos otra vez, sino que supondría un golpe fatal para una economía que ya ha quedado muy tocada durante esta primera oleada de la pandemia. La preocupación es mayor si tenemos en cuenta que, tal como ha indicado la directora del Departamento de Salud Pública y de Ambiente en la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira, la vacuna contra el Covid-19, en contra de lo que están diciendo algunas multinacionales del sector farmacéutico, no va a estar disponible este año. Eso sí, según Neira, en pocas semanas habrá "buenas noticias" sobre los tratamientos. Por tanto, nos tenemos que preparar para un escenario en el que no habrá vacuna -y, por lo tanto, tampoco inmunidad de grupo- y en el que la espada de Damocles de un rebrote será una desagradable realidad. Y todo esto hay que hacerlo compatible con la reactivación lo máximo posible de nuestra economía, única vía posible para aminorar la grave crisis social que se avecina, según todos los analistas. En resumen, nos enfrentamos a la paradoja de tener que mezclar cierta osadía con la precaución, lo cual sólo se puede conseguir con el establecimiento de unos protocolos lo suficientemente flexibles para permitir respirar a las empresas y negocios, pero que también den garantías higiénicas y sanitarias para que no se produzcan contagios. Resolver esa paradoja será la clave del éxito de la gestión de la llamada nueva normalidad. Pero, una vez más, habrá que insistir en que ninguno de estos protocolos servirán de nada si no van acompañados de una conciencia ciudadana. Puede parecer un lema ya manido, pero es cierto que este virus lo derrotamos juntos. No hay otro camino.

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