El déficit ferroviario de Andalucía

La ansiada recuperación de la conexión ferroviaria de Granada no debe ocultar las muchas carencias de Andalucía en este campo

Los andaluces, y en especial los granadinos, recibieron ayer una buena noticia: la conexión por AVE de Granada entrará en funcionamiento el próximo mes de junio, tras tres años y medio de aislamiento ferroviario de una de las capitales más importantes de nuestra autonomía. Se confirma así la información difundida en su día por el Grupo Joly, desmentida incomprensiblemente por el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif). Aunque la conexión por tren se recuperará ya en noviembre a través de la línea convencional de Moreda, ésta debe considerarse un simple parche. La llegada del AVE es el verdadero hito que conectará Granada con la modernidad ferroviaria y, aunque tarde, debe ser saludada con satisfacción.

Sin embargo, pese a lo positivo del anuncio realizado ayer por el Ministro de Fomento, José Luis Ábalos, no podemos olvidar el déficit ferroviario que sufre Andalucía. Esta precariedad es aún más preocupante si tenemos en cuenta que el tren se está conformando en los últimos tiempos como uno de los medios de transporte, tanto de personas como de mercancías, con más futuro. Tras la apuesta por las carreteras y el tráfico rodado de épocas pasadas, los países más avanzados han comprendido que, por razones económicas y medioambientales, el ferrocarril es un medio de transporte que debe ser impulsado en lo posible. De ahí que las evidentes carencias de Andalucía en esta materia resulten incomprensibles. Si no conseguimos tener una red ferroviaria acorde a los nuevos tiempos, las posibilidades de desarrollo de nuestra autonomía volverán a verse perjudicadas. Sólo hay que repasar la lista de proyectos paralizados o empantanados para comprobar que esta reivindicación no es un ejercicio de mera queja. Cuestiones como la línea de AVE entre Huelva y Sevilla, el baipás de Almodóvar del Río (Córdoba), la conexión Bobadilla-Algeciras o la construcción del tramo andaluz del Corredor Mediterráneo -entre Algeciras y Almería- son una amplia muestra de lo muchísimo que queda por hacer en materia ferroviaria en nuestra tierra.

Tren y modernidad son sinónimos y Andalucía no puede quedar relegada. Sus administraciones y su sociedad en general deben exigir al Estado una mayor diligencia en la renovación y ampliación de las infraestructuras. Sobre todo, hay que evitar fiascos como el del eje transversal ferroviario andaluz, en el que la Junta enterró millones de euros en una obra que puede considerarse un monumento al despilfarro y la inutilidad.

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