Los límites y contradicciones del Gobierno

Las bombas irán a Arabia y las corbetas se harán en Cádiz. Todo vuelve al punto de partida. Por medio, el Gobierno ha perdido credibilidad

El Gobierno, a través del ministro de Exteriores, Josep Borrell, confirmó ayer que España mantendrá la venta de 400 bombas de precisión a Arabia Saudí, pese a la inicial intención de la ministra de Defensa, Margarita Robles, de no cumplir con este contrato -por el que el Estado español había recibido nueve millones de euros- al existir sospechas de que dicho material podía ser utilizado contra población civil. Aunque Borrell explicó que la decisión del Gobierno se debe a dos cuestiones, es un contrato firmado por el anterior Ejecutivo que no presenta ninguna irregularidad y se trata de material de precisión que "no produce efectos colaterales", a nadie se le escapa que la evidente rectificación se debe a la más que posible rescisión por parte de Arabia Saudí del contrato para la construcción de cinco corbetas en los astilleros de Navantia, en la Bahía de Cádiz. El Ejecutivo ha tenido que escoger entre la ética de la convicción (no vender armas que se pueden usar contra la población civil) y la ética de la responsabilidad (no perjudicar el empleo de una zona que encabeza las estadísticas del paro en España), y creemos que la decisión final ha sido la correcta. Sin embargo, este asunto evidencia un cierto descontrol en la acción del Gobierno y deja en una situación muy precaria a la ministra Robles, que queda desautorizada ante los ojos de todo el mundo. Conocido es el refrán que dice que "rectificar es de sabios", pero cuando la rectificación es continua (como parece ocurrirle al Ejecutivo socialista de Pedro Sánchez) es una clara señal de que las decisiones no se están madurando lo suficiente y de que hay un exceso de precipitación en las mismas. Margarita Robles y, por extensión, todo el Gobierno han sido víctimas en este asunto de esa política de gestos con la que se quiere escenificar el cambio político en el país, a la par que lanzar guiños al electorado de izquierdas pensando en su particular batalla con Podemos. Quedaba bien aparecer ante la opinión pública como un Gobierno pacifista que no hace negocios con la guerra. Sin embargo, lo único que ha conseguido el Ejecutivo es meterse él solo, sin la ayuda de nadie, en un charco del que ha tenido que salir evidenciando sus limitaciones y contradicciones. Finalmente, las bombas irán a Arabia Saudí y España conservará el contrato de las corbetas. Es decir, que volvemos al punto de partida anterior a esta polémica. Por el camino, el Gobierno ha dejado una parte de su credibilidad.

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