Anadie se le escapa el oportunismo electoralista del Consejo de Ministros celebrado el pasado viernes en Sevilla y de la posterior reunión en el Palacio de San Telmo entre la presidenta de la Junta, Susana Díaz, y el jefe del Ejecutivo central, Pedro Sánchez. La utilización de las instituciones en favor de los intereses partidistas no es nada nuevo, ni se limita sólo a Andalucía y el PSOE. Con todos los partidos y en todos los territorios pasa igual.

Una vez hecha esta pertinente y necesaria crítica, hay que resaltar también aspectos positivos en los dos acontecimientos resaltados. Es evidente que la celebración de este Consejo de Ministros ha sido beneficiosa para Andalucía. En primer lugar porque visibiliza a nuestra comunidad autónoma, la más poblada de España, de una manera positiva. En segundo lugar, porque -como era pertinente- se adoptaron medidas que nos serán provechosas, como la prohibición de las narcolanchas, el inicio de los trámites para que las comarcas andaluzas inundadas recientemente reciban las primeras ayudas de urgencia o el reparto de los fondos para atender a los menores inmigrantes no acompañados (MENA), del que Andalucía saldrá especialmente beneficiada con 40 millones.

Respecto a la reunión entre Díaz y Sánchez, siempre hay que saludar como algo positivo la relación fluida entre el presidente de la nación y la de una comunidad autónoma. Además, supone una normalización de las hasta ahora conflictivas relaciones entre el secretario general del PSOE y la líder de los socialistas andaluces. La democracia española necesita un Partido Socialista centrado en los problemas del país y no debilitado por las luchas internas. Además, se trataron temas prácticos y urgentes, como las mejoras de las conexiones ferroviarias entre Málaga y Sevilla, muy perjudicadas por el temporal.