El precipitado cierre de la Universidad de Granada

Se comprende el malestar de la rectora de esta antigua institución, Pilar Aranda, quien mostró su perplejidad al ver "los bares abiertos y la Universidad cerrada"

El cierre de la Universidad de Granada por la alta incidencia del Covid-19 en la población estudiantil ha sido a todas luces precipitado. Es evidente que los datos aconsejaban una rápida y contundente actuación por parte de la Junta de Andalucía, pero se ha errado en el camino elegido. Porque todo indica que los contagios no se estaban produciendo en las aulas, sino en las residencias de estudiantes y colegios mayores, especialmente debido a esas fiestas que casi son asignatura obligada durante los años universitarios. A este ámbito debería haberse ceñido la actuación de una Junta de Andalucía que, sin embargo, ha preferido dar el cerrojazo a una universidad con más de cinco siglos de historia. En este sentido, no vale la excusa de que las clases pueden seguir por vía telemática, pues sabido es que este sistema, si bien muy útil en otros contextos o como apoyo a la docencia, supone una evidente pérdida de calidad de la enseñanza y una merma en la igualdad de oportunidades para todos los alumnos. La exagerada actuación de la Junta es aún más incomprensible si se tiene en cuenta que la Universidad de Granada había puesto en marcha una batería de medidas para evitar el contagio en las aulas que estaban funcionando. En general, según los primeros datos, en las aulas andaluzas de los diferentes niveles de enseñanza se están produciendo muy pocos contagios. Es en otros ámbitos donde los alumnos están siendo infectados. Por todo esto se comprende el lógico malestar de la rectora de la institución granadina, Pilar Aranda, quien mostró su perplejidad al ver "los bares abiertos y la Universidad cerrada". Sin embargo, sí acierta la Junta en otras medidas adoptadas, como el cierre de los colegios mayores a las 22:00, impidiendo el exceso de ocio nocturno (quizás el auténtico problema), y la prohibición de que las habitaciones de los mismos puedan acoger más de dos camas, así como limitar considerablemente los aforos de los espacios comunes. La Junta debe ser consciente de que la pandemia puede ser muy larga y, como sociedad, no nos podemos permitir el lujo de obstaculizar la formación de una generación de universitarios. El cierre de una universidad debe ser el último recurso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios