La primera Diada tras el desafío independentista

La celebración del 11-S servirá para conocer hasta qué punto se ha radicalizado durante este último año la sociedad catalana

Cataluña celebra mañana su fiesta oficial, la Diada, en medio de un clima de crispación política y social. Será la primera que se celebre después de la escalada independentista que se inició hace ahora un año, con funestos resultados para la convivencia y el desarrollo económico de esta comunidad. La jornada servirá, por tanto, de barómetro para medir hasta qué punto se ha radicalizado la sociedad catalana, pues desde hace años esta fecha viene siendo capitalizada o, mejor dicho, usurpada, por el nacionalismo independentista, que la considera exclusivamente suya y tratará de tomar las calles como ha hecho en anteriores ocasiones. También será una buena oportunidad para conocer si las crecientes diferencias y conflictos en el entorno político del mundo secesionista pasan factura a sus convocatorias. En cualquier caso, este 11-S llega en un momento en el que el independentismo parece haber emprendido una huida hacia adelante en la que no encuentra el momento en el que declarar su ruptura con el resto del Estado y proclamar lo que denomina república catalana. La deriva impuesta por el fugado Puigdemont al presidente Torra pasa por recorrer caminos distintos a los de hace ahora un año -cuando el Gobierno aplicó el artículo 155 de la Constitución para salvaguardar la autonomía catalana-, con desafíos constantes al Estado y sin desviarse del objetivo de alcanzar la independencia. Para el secesionismo es de gran importancia esta Diada porque marca el camino de esa nueva agenda y, en función de la respuesta, influirá en el desarrollo de otra jornada reivindicativa el próximo 1 de octubre, aniversario del referéndum ilegal. Aunque lo verdaderamente importante es que esta jornada se desarrolle sin incidentes y, por ello, el Gobierno ha decidido enviar a Cataluña 600 agentes de Policía, que permanecerán allí durante las próximas semanas para garantizar, junto a los Mossos d'Esquadra, la convivencia pacífica. Porque, tristemente, lo que debería ser una jornada festiva, de celebración común entre catalanes de todas las ideologías, no sólo se ha convertido en un elemento de confrontación política y social, sino en un riesgo para la seguridad. Que la Diada de Cataluña haya perdido su verdadero sentido es responsabilidad de quienes han venido tensionando esa sociedad desde hace mucho tiempo y han acabado por romperla. Se tardará mucho en reconstruir esa convivencia y en recuperar jornadas festivas como la de mañana para todos los catalanes.

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