La razón frente al griterío ideologizado

La pandemia exige aparcar la revancha y apostar por el consenso para afrontar los retos venideros, no es el momento para sacar a pasear nuestros fantasmas

El griterío ideologizado domina cualquier debate que se preste en nuestras instituciones en los últimos tiempos dando muestras de la impotencia que asiste a nuestros gobernantes para capear el temporal que tienen encima. Lo mismo les da que se hable de la reforma de la ley de Educación, como de la Justicia o de la gestión de una pandemia de imprevisibles consecuencias: siempre se impone el discurso partidista a la razón, cuando lo que requiere la crisis sanitaria que nos sacude es justamente lo mejor de cada uno de nosotros. La falta de entendimiento entre los dirigentes únicamente denota su incapacidad para afrontar los desafíos que tienen por delante. Es difícil averiguar cómo se ha degenerado en este país hasta llegar al actual grado de polarización, casi sin prestar mucha atención, pero quizá sea aún más lamentable que nuestra clase política se empeñe en desestabilizar a la sociedad elevando el tono en las instituciones con debates trasnochados e incluso sacando a pasear el guerracivilismo, en lugar de dejar que sean los historiadores los que interpreten las batallas que vivieron nuestros mayores. No parece éste el momento más adecuado, con los hospitales al borde del colapso, para cuestionar el papel de nuestra Monarquía, y menos aún desde el propio Gobierno, salvo que algunos quieran sacar tajada de la crisis por la que atraviesa nuestro país. Crispar aún más a la sociedad desde el oportunismo más descarado a fin de imponer unos ideales es sencillamente de locos. Y hacerlo rescatando los fantasmas del pasado no deja de ser un atropello a la razón, aprovechando el aturdimiento generalizado. Más allá del legítimo derecho que asiste a todos a enterrar a sus familiares en un lugar digno, utilizar las leyes como las de la memoria histórica o democrática provocando la división de unos frente a otros es otro claro despropósito. La búsqueda del consenso o, cuando menos, de un acuerdo de mínimos en los asuntos claves se antoja verdaderamente necesario. Lo que sobra en estos momentos tan decisivos son los gritos y la propaganda y lo que falta es altura de miras y talla política.

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