Una reforma en la que no se debe correr

Mal se hará si para atender a las reivindicaciones de Cataluña se agravian a otros territorios

Tras los complicados resultados electorales catalanes, con una mayoría absoluta que permitirá a los independentistas seguir condicionando negativamente la vida política española, no han faltado las voces que han urgido a acometer ya la reforma de la Constitución para facilitar "el encaje de Cataluña en España", expresión de la que se abusa continuamente sin que se sepa muchas veces qué significa. En la actualidad, existe una comisión parlamentaria creada para tal fin y muchos expertos constitucionalistas ya están haciendo todo tipo de propuestas a través de documentos de trabajo o de artículos de opinión en diversos medios de comunicación. Está bien que así sea. Una reforma como la que se quiere emprender necesita un proceso sosegado que permita un profundo debate político, académico y social. Lo que no puede ser de ninguna forma es acelerar el paso por unos determinados resultados electorales en Cataluña, por muy importantes que éstos sean. La reforma constitucional, que tendrá su acento en la cuestión territorial, debe servir para que Cataluña se encuentre cómoda en España, pero también el resto de las comunidades, empezando por la nuestra, Andalucía. Mal se hará si para atender a las reivindicaciones de los catalanes se agravian a otros territorios. Por muy duro que esto pueda parecer, hay que tener en cuenta que el núcleo duro del independentismo ha roto emocionalmente con el proyecto común de España y pensar que un cambio constitucional servirá para atraerlo de nuevo es algo ingenuo. Por lo tanto, habrá que detectar primero dónde se encuentra el nacionalismo moderado aún recuperable y negociar con él un nuevo encaje que no suponga la ruptura de la solidaridad y de la soberanía. Pero para esto, y para muchas otras cuestiones de la reforma que no tienen nada que ver con la cuestión territorial, se necesita tiempo y buenas maneras. Como reza el dicho popular, las prisas no son buenas consejeras.

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