La tribuna
El problema es la plurinacionalidad
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Sorprende ver el músculo creativo desarrollado por los políticos en período preelectoral. Quizás, por eso, en el fondo, a los periodistas nos da tanta pereza todo lo que ocurre un mes y medio antes de las elecciones. De todas, en general, pero debemos admitir que estas locales -y autonómicas fuera de Andalucía- están siendo especialmente pesadas en forma de soluciones mesiánicas.
Con músculo creativo me refiero a la siguiente situación, que desarrollaré con tres ejemplos que vienen al caso: el político de turno, con una urgencia subyacente, llega a solucionar un problema que viene arrastrado cuatro años, si no más, en una tarde. Siento aburrir la fiesta, pero, he de advertir en este punto, que esas soluciones nunca son tan fáciles. Se trata de un engaño, un trampantojo; medidas imposibles que afectarían, de la noche a la mañana, a personas que en menos de seis semanas deciden su voto. El clásico electoralismo, que este año está cruel. Ahí van unos ejemplos.
El pasado fin de semana, Pedro Sánchez anunció que "movilizaría 50.000 viviendas de la Sareb para ponerlas a disposición de la ciudadanía en alquiler asequible". A los jóvenes se nos pusieron las orejas tiesas, ¿cómo tantas casas? Spoiler: la Sareb es un banco malo, una institución creada a partir de la absorción de cuatro bancos nacionalizados. Tiene morralla inmobiliaria de más de 100.000 euros del año 2012. Los pisos buenos ya están colocados, pero, en lugar de decirlo así, como que vas a dar lo que nadie quiere, anuncias entre aplausos la movilización de 50.000 viviendas y haces que te importa el problemón -dicho por él- de la vivienda. ¿Se ve claro? Vamos a por otro caso.
En las pasadas elecciones andaluzas, el equipo de Juanma Moreno se dio cuenta de que podía ganar Huelva en las municipales. Ese rincón, patio trasero de Sevilla y que parece que con el Miura 1 ya tiene para tirar una década, de repente importa. "Escojamos un problema histórico", se preguntarían, ¡Doñana!, gritó uno. Ah, sí, lo de los regantes. Y ahí lo tienes: regularización de regadíos alegales. Juanma Moreno lleva ya cuatro años gobernando y el 19 de junio cumple el quinto, no lo olvidemos. ¿Justo ahora tiene que sacar esa ley, aprisa y corriendo? Hay que coger los votos de los regantes desesperados, aunque todavía no se haya aclarado cuántas hectáreas se vayan a regularizar, cómo se va a hacer ni de dónde van a poder coger el agua. Todo eso se verá después de que la gente ponga el papelito en la caja de plástico. Ahí, ahí, con visión de futuro.
Último ejemplo, casi el más grotesco y, a la vez, mejor. A seis semanas de votar, el alcalde de mi pueblo aprueba una subida de sueldo generalizada a todos los funcionarios del Ayuntamiento. Lo hace con todos los informes técnicos desfavorables y en contra de la Ley de Presupuestos Generales del Estado; causa de prevaricación. Por cierto, la subida se ejecuta después de las elecciones. Se entiende, ¿no?
¿Esto se hace por maldad o por ignorancia?, pregunté a una compañera. Llegamos a la conclusión de que no se podía ser tan malo -o no queríamos creerlo- para crear falsas esperanzas a la gente en materia de vivienda, a los regantes de Doñana con el pan de sus casas y a los funcionarios de mi pueblo con su sueldo; se creen que la gente es más torpe e ignorante que ellos. Al menos, al mismo nivel.
En lo que me golpea más directamente, los problemas que arrastramos la juventud en este país, quisiera rescatar dos casos que me producen el llanto. Uno estatal y otro autonómico, muy recientes. Por un lado, aquel bono cultural para nuevos votantes que el Gobierno de España vendió como Bono Cultural Joven. Al final, fue dificilísimo pedirlo y Moncloa, a pesar de que se le insistió por activa y por pasiva, no lo escaló en función de los ingresos familiares. Lo mismo para una niña de Pozuelo de Alarcón que para un niño de El Palmar de Troya.
En Andalucía, cómo olvidarlo, el Bono Alquiler Joven. Los jóvenes íbamos a tener oxígeno para independizarnos, pero todavía no se ha pagado ni un euro de aquella medida que se anunció en noviembre. Entonces, ¿cómo quieres que vaya tirando una pareja durante seis meses, que es lo que lleva la Junta mareando con este asunto?
Este músculo creativo preelectoral está consiguiendo lo peor para la democracia: el abstencionismo. Ya no somos tan tontos, disculpen ustedes. Nos empujan a salirnos del tablero, mirar por nuestro ombligo y buscar un techito en este vergel de promesas vacías. Y si no me creen, nos leemos en el mes de diciembre
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