Tribuna

José Antonio López de la O

Experto en mercados energéticos

Movilidad, antídoto contra la soledad

Movilidad, antídoto contra la soledad Movilidad, antídoto contra la soledad

Movilidad, antídoto contra la soledad / rosell

La soledad es un fenómeno real que aqueja cada vez a más personas de todas las edades y no sólo a las personas mayores. Según datos del informe La soledad en España, quince de cada 100 españoles admite encontrarse solo con mucha frecuencia; es decir, 7 millones de personas. Dos millones de ancianos en España se sienten solos y más de cuatro millones y medio de personas sufren la soledad de manera habitual.

El Reino Unido es el país con un mayor índice de personas solas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo saltar las alertas: nueve millones de británicos se sienten solos con frecuencia o siempre, hasta el 75% de los ancianos viven sin nadie que los acompañe. Dadas las dimensiones del problema, en enero de 2018, la premier Theresa May creó el Ministerio de la Soledad. Para demasiadas personas la soledad es la triste realidad de la vida.

Estar conectados se considera como una necesidad humana fundamental, no sólo para el bienestar de la persona, sino, lo que es vital, para su propia supervivencia. La soledad, parodiando el título de la película, perjudica seriamente la salud. Más allá de la propia afirmación y de ser el resultado de meticulosos estudios, se trata de una enorme y constatable realidad.

La soledad no es sólo una cuestión personal, atañe al conjunto de la sociedad y, entendida como aislamiento social, supone una amenaza para el sistema sanitario, con sus correspondientes consecuencias económicas, más grave que el problema de la obesidad. Una mayor conexión social puede disminuir en más de la mitad la muerte prematura de quienes están -y no sólo se sienten- completamente solos.

Con una pirámide de población en la que las personas de mayor edad son cada vez más numerosas, el efecto de la soledad en la salud pública sólo puede crecer. Es más, muchas naciones sugieren que, a escala global, estamos enfrentándonos a una "epidemia de soledad", el reto es plantearnos qué se puede hacer.

En esta sociedad más envejecida debido a que el incremento en la esperanza de vida es cada vez más alto, el interés en los aspectos subjetivos de la calidad de vida de estas personas, felicidad y satisfacción social está aumentando. La participación social y la integración de las personas de mayor edad se han convertido en cuestiones cruciales de la agenda social.

¿Puede la tecnología paliar esta situación? Esta cuarta revolución industrial que, según Kevin Schwab, está cambiando de manera fundamental la forma de vivir, trabajar y relacionarnos unos con otros, pone a la persona en su centro. La ciencia ofrece reducir la soledad y el aislamiento social. Sin embargo, lo que determinadas aplicaciones ofrecen no puede considerarse un sustituto de la interacción física entre personas. La técnica es un instrumento que puede ayudar a acercar a las personas, pero no tiene la capacidad de hacer que se relacionen personalmente. No obstante, si hay unas tecnologías que pueden cambiar esta tendencia: las que facilitan la movilidad. Así, es importante destacar que, además de las circunstancias sociodemográficas, los estudios han encontrado evidencias de la influencia de las características de la movilidad (frecuencia de uso de los diferentes modos de transporte y la capacidad de realizar actividades) en los sentimientos de soledad.

En sentido contrario, la dificultad en la movilidad está asimilada, entre las personas de más edad, como elementos críticos de la salud. Menos movilidad significa más sedentarismo y los problemas derivados del mismo (obesidad, discapacidad física, menos calidad de vida, una mortalidad prematura y mayores costes para la sanidad pública).

Incluso más, los adultos de mayor edad que ya no pueden conducir participan más frecuentemente en actividades sociales si tienen acceso a un transporte, ya sea público o privado. Los modos sostenibles de transporte, además, fomentan la actividad física y reducen la contaminación relacionada con el tráfico local.

En lo que se refiere a los transportes públicos, hay varias formas de ver un sistema de transporte ideal para personas mayores o con dificultad de movilidad. En concreto, se distinguen cinco características clave: disponibilidad, aceptabilidad, accesibilidad, adaptabilidad y asequibilidad. El objetivo ha dejado de ser utópico, con unos servicios que aúnen esas características y que impliquen, además, frecuencia, comodidad y servicios puerta a puerta, se lograrían enormes avances en paliar la soledad.

En ese mismo sentido, podría decirse que las nuevas posibilidades que nos ofrece la tecnología para cambiar el comportamiento y nuestros sistemas de relación otorgan la capacidad de apoyar la preservación de la libertad de movimiento y la movilidad, sobre todo en aquellas personas que la tienen limitada por múltiples razones y que supondrían, de hecho, una reducción de esta "epidemia de soledad".

Si esta es la "revolución de las personas", fomentemos una tecnología que se ponga a su servicio, impulsemos aplicaciones "humanas". Sería una contradicción esencial que la movilidad, con todas sus innovaciones, no tenga entre sus objetivos primordiales acercar a las personas, combatir la soledad.

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