Tribuna

Jesús jordano fraga

Catedrático de Derecho Administrativo

Postpandemia

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Postpandemia

Cuando con el corazón helado esperamos el fin de la pesadilla, todavía no sabemos qué va a pasar en Estados Unidos ni África, ni en nuestras naciones hermanas de Latinoamérica, donde el largo confinamiento de millones de personas que viven al día es impensable. Pero tarde o temprano la humanidad superará esta plaga bíblica. Llegará un día después que será gradual, con jabón y máscaras -como en Wuhan- hasta la normalización, que no puede ser otra que recuperar los abrazos, el transporte público, el foro...

La postpandemia traerá cosas buenas. Es incontestable que valoraremos de modo distinto la sanidad pública y sus profesionales. Son lo mejor de nuestra nación. Bélgica dará un bono de 1.450 euros al personal médico y farmacéuticos. Francia acaba de aprobar que el personal sanitario de las zonas más afectadas reciba una prima excepcional de 1.500 euros netos. ¿A qué esperamos? Sin necesidad de Tezanos, también desaparecerán los profesionales del bulo y coronabulólogos. La Psiquiatría tiene el reto de explicar quiénes fueron capaces de esparcir tanta excrecencia en un momento así (vaticinios de Nubemaría o la RAI: anónimos anunciando estados de excepción, etc.).

En el plano político, creo que afortunadamente los extremos se han descalificado. Vox se inmoló en Vistalegre -con una irresponsabilidad comparable al 8-M del Gobierno autista que insulta y no habla con la oposición ni empresarios- y ahora se inmola con actitud solo destructiva. Podemos enseña su verdadera faz intentando sacar partido con visión sectaria de las propias medidas anticrisis que ignoran la economía productiva. Creo, no obstante, que debe conjurarse el reto de la antipolítica y la antidemocracia. Surgen múltiples iniciativas de recortes de sueldos y puestos -ERTE político-. Se multiplican las llamadas para un terror a lo Robespierre que guillotine la clase política y sus asesores. Yo propongo esperar a las elecciones y votar con la cabeza y no con el hígado.

Es el discurso antisistema del partido nacionalsocialista. Recordemos las ideas de Hitler en su discurso de Berlín de 1940: 1) En estos países (democráticos) quien realmente gobierna es el capital, 2) "Esa prensa, canalla y sin carácter y sumisa a su dueño manipula la opinión pública". Aviados estamos si perdemos la centralidad. Ya se sabe qué tendremos si abolimos la democracia representativa y la prensa libre. Debe recordarse que los mayores desmanes en corrupción fueron cometidos por los revolucionarios de izquierda y de derecha que criticaban los privilegios de la casta y democracia burguesa. Debemos hacer una llamada a la sensatez frente a los incendiarios que aprovechan la lógica ira causada por las muertes, el sufrimiento y las propias incertidumbres generadas sobre nuestras vidas. Pero la solución no puede ser hacer agujeros en el barco y menos incendiarlo. Y quien esto escribe conoce la ley de Godwin: a medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno y quienquiera que la use pierde la discusión.

Aunque todavía es pronto para determinar el alcance y la duración (no sabemos cuándo terminará, si habrá rebrotes, si habrá segunda ola tras el verano), es obvio que la postpandemia requerirá medidas ineludibles y un estado de emergencia tributaria. En España el turismo y hostelería representa el 15 % PIB (¿y en Málaga o Sevilla?). Urgen medidas especiales para este sector pues tardarán meses en activarse los circuitos que llenan nuestra nación de visitantes. Es obvio que serán necesarios sacrificios y que todos debemos arrimar el hombro y eso no incluye sólo anecdóticas renuncias a las dietas, sino congelaciones y porcentajes de las retribuciones de los representantes y empleados públicos que serán más significativos cuanto más se alargue la emergencia médica y sus consecuencias ( 2, 10, 20, 30, 40%). Esto es anecdótico al lado de los sacrificios que experimentan ya autónomos -los grandes olvidados de este Gobierno- y trabajadores. Urgen planes de industrialización que diseñen una nueva economía. Debe aprobarse un impuesto extraordinario que mitigue la previsible caída de recaudación para la reconstrucción sobre la base de la solidaridad. Urge cambiar las reglas y poner la reconstrucción económica nacional en la prioridad máxima de la acción política. Dando sólo subsidios no hay futuro.

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