Tribuna

Javier gonzález-Cotta

Escritor y periodista

De bestia a bestia

En la actual Grecia, mentar a un catalán sirve para profanar el sueño inocente de los niños. Y en Albania se asocia el catalán a un monstruo parecido a Polifemo

De bestia a bestia De bestia a bestia

De bestia a bestia / rosell

A rebufo de la cuestión catalana, el mito o la verdad histórica sobre lo que es España se prodiga en los medios y en foros diversos. En los bares, el ruido alcanza su apoteosis cuando el plasma emite el minuto a minuto sobre el tema, lo que anima al charloteo entre fulanos, zutanos y menganos.

Lo cierto es que tiende a reaparecer el viejo dolor patrio, el cervantino pesar por "la sola y desdichada España". Pero asimismo ha surgido una historiografía valiente que anda levantando la autoestima del pueblo. María Elvira Roca Barea viene a ser la Samotracia de España (de ahí su leidísimo ensayo Imperiofobia y leyenda negra). A la zaga, el filósofo Pedro Insua demuestra que nuestros demonios históricos no son más que unos ninots de cartón piedra (1492. España contra sus fantasmas).

Respecto a Cataluña, del XIX a hoy, uno diría que todo sigue igual en los Balcanes de occidente. Cierto es que desde hace unos días el español corriente y moliente anda algo más pensativo. Tiende a mirarse en el espejo con cierta aprensión biológica. Se mide la jeta, se rasca el cráneo, observa si la felpa velluda le crece ahora por el cuerpo más hirsuta y lobuna que antes (esto en caso del homo hispanicus, sin descartar ciertos ejemplares de la hembra homónima). Y todo para comprobar si obedece o no a una bestia con forma humana.

Como hemos sabido, el president Quim de Cataluña ha dicho que los españoles somos bestias con forma humana. El nuevo Lombroso catalán añade que "un cráneo de Ávila no será nunca como uno de la Plana de Vic" (quiere decirse que la calavera de Teresa de Jesús no puede compararse con la de una charcutera artífice del célebre fuet de Vic). El tal Quim está contribuyendo al diálogo. Y lo mejor es que lo está fomentando en la intimidad. Frente al espejo del baño podemos compararnos y dialogar de bestia a bestia. Esto es, nosotros con Quim.

Añade Quim que "España, esencialmente, ha sido un país exportador de miseria, material y espiritualmente hablando". Si nos lo dijera un sábado al atardecer, podríamos asentir bajo el efluvio de unos copones de bebidas espirituosas. Ahora bien, de inmediato tendríamos que concretar la cuota de miseria que ha aportado Cataluña. No lo decimos nosotros, sino unos señores muy sesudos, que de vez en vez publican libros de formidables hechuras. Así, el historiador y crítico Joan-Lluís Marfany ha publicado Nacionalisme español i catalanitat. Cap una revisió de la Reinaxença.

Marfany concluye que los propios catalanes que impulsan la lengua catalana en el XIX con la Renaixença son los originarios padres del españolismo (caso de Milà i Fontanalls, de cuyo Romancerillo catalán, escrito en castellano, devendría luego el himno Els Segadors). Muchos burgueses locales aspiraron a crear una industria española fuerte con Cataluña en punta de lanza para su conveniencia. Lo dicho por Marfany lo recordaba José Álvarez Junco, quien junto a Adrian Shubert ha coordinado el reciente volumen Nueva historia contemporánea de la España contemporánea (1808-2018). Ambos resumen su obra diciendo que España se parece a todos los países de su entorno y que resulta tan raro como cualquier otro.

¿Y la leyenda negra? ¿Y las bestias con forma humana que durante siglos propagó la propaganda antiespañola? El Paseo Editorial ha publicado también Los orígenes de la Leyenda Negra española del sueco Sverker Arnoldsson. Sitúa el origen de dicha leyenda muchísimo antes de los fanáticos tercios de Flandes o de la aberración colonial del Nuevo Mundo. Se atribuye el inicio de esta mácula en la Italia del XIV-XV (genoveses y venecianos). Y se dirige no a los españoles como conjunto vomitivo, sino a los aragoneses y catalanes de la Corona de Aragón, que se convirtieron en temibles rivales en el Mediterráneo. Después, bajo el blasón de Castilla, vinimos nosotros, el resto de indeseables españoles. Fuimos tachados de crueles, lujuriosos, fanfarrones, fanáticos e impuros por estar cruzados con semitas y mahometanos. Lutero azuzaría este espléndido cuadro de lo español.

En el Bizancio de 1305, desde el Helesponto a Tracia y Macedonia, la historia tiembla y evoca a los almogávares de la Compañía Catalana por la aterradora devastación que llevaron a cabo. En la actual Grecia, mentar a un catalán sirve para profanar el sueño inocente de los niños. Y en Albania se asocia el catalán a un monstruo parecido a Polifemo. No queremos faltar. Pero da pavor imaginar al Molt Honorable Quim, vestido de almogáver y convertido en horrible Polifemo con barretina. No pasa nada. De bestia a bestia, démonos todos un bestial abrazo.

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