El capitán Von Trapp El capitán Von Trapp

El capitán Von Trapp / rOSELL

La reciente y escandalosa noticia sobre la niñera de la benjamina de la pareja gubernamental Iglesias Montero me ha retrotraído a los tiempos del tardofranquismo. Pertenezco a esa generación, más que madura, que estrenó la mayoría de edad con la Constitución de 1978; por lo tanto, pasé la niñez y la adolescencia durante la dictadura. En aquella época la niñera era un oficio habitual del que se beneficiaban las familias más acomodadas. Este empleo, muy mal pagado, consistente en ayudar a la "señora" en el cuidado de la prole lo solían desempeñar ingenuas chicas procedentes del medio rural, en su mayoría semianalfabetas.

Sorprende que el cine de los años sesenta presentaba a un prototipo de niñera internacional muy distinta: nada más y nada menos que a la pizpireta Julie Andrews en Mary Poppins y en Sonrisas y lágrimas. En ambos casos era demasiado cantarina y apenas percibía salario. Aunque como exnovicia se lo cobró con creces engatusando al rico capitán Von Trapp. Por cierto, hace unos días murió el actor que lo encarnaba sin reconocer que solo por la votación de sus hijos se casó con fräulein María (exigencias del guión), porque en realidad hubiera preferido contraer segundas nupcias con la disfrutona baronesa Schrader, quién además tenía previsto mandar a todos los vástagos del militar a unos buenos internados. Curiosamente, Trap(p) significa trampa.

Como en aquella época la economía familiar española no solía ser boyante se cotizaba que el puesto de niñera saliera barato o casi gratis. Un caso peculiar era el de algunos reclutas del ejército durante la mili: en ocasiones, actuaban como tatos de los hijos de sus superiores. El pago era en especie: días de permiso. El gorroneo a costa del erario público era muy propio de aquella etapa, y no sólo en el ámbito castrense. Las corruptelas propias de los que se podían creer dueños del cortijo.

También recuerdo de aquellos tiempos del franquismo el referéndum para la aprobación de la Ley Orgánica del Estado en el que la publicidad callejera era una burda propaganda que únicamente incitaba al "VOTA SÍ" con el eslogan: "Sí a La Paz y al Progreso". El "No" ni se contemplaba. El resultado afirmativo venció con más del 90% de los votos emitidos. Una engañosa consulta popular a mayor gloria del dictador.

No hay que olvidar que en los últimos años los Iglesias Montero han exhibido, al menos, dos curiosos comportamientos. El primero, un original referéndum en su partido sobre la coherencia por la compra de su casoplón en Galapagar (que ganaron con una mayoría de casi el 70%); y el segundo, acusados de aprovecharse de una escolta a la que presuntamente explotaban como si fuera miembro de su propio servicio doméstico, tuvieron que indemnizarla para silenciar este abuso laboral.

Y ahora resulta que Irene Montero utiliza a una íntima amiga y asesora de su Ministerio de Igualdad como niñera de su hija Aitana. La prensa ha apuntado que esta singular tata se llama María Teresa Arévalo, procede del mundo rural (creció y vivió en Miguelturra, Ciudad Real), tiene escasos estudios superiores, puso una panadería con nulo éxito y luego, nada ingenua, se afilió a Podemos. Llegó a ser diputada en una legislatura. Posteriormente, ya sin trabajo conocido, la contrató la ministra como asesora en comisión de servicios de niñera de su hija Aitana.

Al parecer, doña Irene quiere tener a su hija muy cerca, y la mejor manera de conseguirlo es llevarla al Ministerio a diario. En un despacho auxiliar le han montado una pequeña guardería en la que pueden jugar juntas, y cuando tiene alguna reunión, la expanadera se hace cargo de la niña. Por lo visto, la señora Arévalo tiene muy buena mano con los críos, aunque ni canta, ni baila, ni fue novicia. Aseguran que la titular en Igualdad se las lleva a la Moncloa cuando hay Consejo de ministros. El problema es que, al final, todos los españoles estamos pagando el sueldo de esta niñera. Según una denuncia presentada en el Juzgado, la "asesora" (en pañales) cobra al año cerca de 51.000 euros, más pluses por productividad.

De trascender esta noticia, imagino que don Pablo Iglesias con paso marcial actuaría como con el chalet de Galapagar: inmediata convocatoria de un referéndum sobre la tata de Aitana. La publicidad institucional: "VOTA SÍ"; "Sí por la maternidad responsable y el Progreso". En aras de la pluralidad, el "compañero" director general de Derechos de los Animales se abstendría.

Iglesias, capitán de la nave podemita, haría trampa; el muy ladino pondría como resultado una "democrática" victoria en torno al 70% de los votos. Porque solo un franquista ganaría con más del 90%.

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