Tribuna

Manuel Bernal Romero

Profesor y periodista

Las otras caras del PISA

Las otras caras del PISA Las otras caras del PISA

Las otras caras del PISA

Las pruebas PISA que organiza la OCDE tienen casi siempre la oportunidad de convertir la educación en noticia. Seguramente porque pensamos que no estamos donde deberíamos. Una visión optimista entendería que estamos en la mitad de la tabla, como Francia o por encima de Italia; una visión pesimista… pues que deberíamos estar en mejor posición. Claro que esto de las medias iguala dentro de España el nnorte y el sur, y eso es obvio que no es correcto; en esas mismas tablas, Andalucía está entre los últimos de la clase. Pero los datos del informe PISA 2015 no deben considerarse sin valorar determinadas cuestiones implícitas en sus conclusiones y que tienen que ver con la relación que establecen sus patrocinadores entre economía, desarrollo y educación, como si mantuvieran una relación directa. Ojalá que el sistema educativo aspirase a romper las barreras socioeconómicas, pero no, los sucesivos gobiernos socialistas y populares se han encargado de evitarlo.

En el famoso informe, las primeras posiciones las ocupan estados, pero destacan comunidades que no lo son (China Tapéi, Macao, Hong-kong, P.S.J.G.), pero que son emporios económicos en los que se practica, a pesar de depender política y administrativamente del gigante comunista, el capitalismo más agresivo. Por ello, para nuestra reflexión nos quedaremos con Singapur, Japón, Estonia, Finlandia y Canadá. Todos tienen una altísima renta per cápita; es decir, sus habitantes poseen un alto poder adquisitivo y las tasas de paro son casi inexistentes. De la misma manera, el tanto por ciento de gasto público en educación, en relación con el Producto Interior Bruto (PIB), es muy superior al español. Va del 20% de Singapur al 9,5% español.

Todos tienen legislaciones educativas muy estables: desde 1947, Japón, o 1978, Finlandia, y el resto, en la década de los noventa. Mientras tanto, en España se han sucedido al menos tres reformas. Un concepto que debe también considerarse es la equidad en la educación; es decir, en qué medida el sistema educativo hace iguales a personas procedentes de diferentes niveles socio-económicos. Canadá, Dinamarca, Estonia y por China, Hong Kong y Macao son los modelos a seguir. España no ha mejorado, solo se ha mantenido.

También plantea que el sistema educativo español tiene un reto pendiente: la repetición de curso y abandono escolar. Los altos porcentajes de repetición suponen un serio problema que se arrastra con resultados negativos en años posteriores y deriva en gran problema para la continuidad de los estudios. Incluye además el informe una referencia a una vindicación que está de moda en boca de algunas asociaciones de padres y porque una conocida marca la usa en su publicidad: "Los sistemas educativos en los que los estudiantes pasan más tiempo estudiando después de clase (haciendo los deberes, con clases adicionales o estudiando por su cuenta) suelen tener peores resultados (…)."

Hay, sin embargo hechos que no se han hecho públicos esta vez. Se ha obviado la relación entre el salario del profesor y el éxito de sus alumnos. En todos los países citados como con una educación de éxito el salario de los docentes está muy por encima del de los españoles y todavía más de lo que cobran los andaluces, cuyas nóminas son inferiores a las de los profesionales del centro y norte de la península.

Pero hay que advertir también que los técnicos del PISA, igual que no explican por qué no hacen las mismas pruebas en todos los países, son incapaces de mantener los mismos indicadores de un año a otro, y menos de publicarlos de la misma forma.

¿Pero dónde están algunas claves de nuestra situación? Vivimos en una zona socioeconómica desfavorecida y con las tasas de paro más altas de Europa. Contamos con una administración educativa altamente burocratizada, incapaz de aprovechar el hecho tecnológico para reducir y racionalizar los trámites. Esta misma administración fue, además, incapaz de instaurar las competencias básicas, y tampoco está siendo capaz de desarrollar, excepto en lo estadístico, las más recientes competencias clave, salvando una aplicación informática experimental que nunca termina de desarrollarse. Debe entenderse que estas exigencias resultan de normas educativas que siguen el modelo OCDE. Así que no aplicarlas nos lleva a donde estamos. Pero es también la misma administración que impulsó con dinero europeo la macroinformatización de los centros, pero que ha sido incapaz de renovar las dotaciones. Es la que ha optado por el bilingüismo basándolo en exigencias al profesorado, pero con escasa dotación económica. Es la que ha derivado hacia un modelo de formación del profesorado muy centralizado. Es la que consiente una inspección que convierte su labor casi en una mera exigencia burocrática. Es…

Con todos estos antecedentes, lo extraño sería esperar que las estadísticas PISA dijesen otra cosa. Y si no dicen algo peor es por el esfuerzo diario del profesorado.

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