Tribuna

Jesús Verdú Baeza

Profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Cádiz

El encuentro de dos placas tectónicas

Marruecos actúa bajo un desprecio flagrante de los estándares más elementales de protección de los derechos humanos y las normas básicas del derecho internacional

El encuentro de dos placas tectónicas El encuentro de dos placas tectónicas

El encuentro de dos placas tectónicas / rosell

La crisis que se ha desarrollado estos días en las fronteras exteriores de las ciudades autónomas españolas en el norte de África es algo más que una crisis migratoria. Cuando dos placas tectónicas se encuentran y generan una tensión permanente, pueden permanecer estables largos periodos, pero cada cierto tiempo, por diversas circunstancias se genera un pequeño temblor, un terremoto o una erupción explosiva. Utilizando esta metáfora, la placa euroasiática y la africana coinciden en el Estrecho de Gibraltar y generan una zona sísmica aparentemente estable, pero en la que los magmas que fluyen en su interior pueden desencadenar seísmos recurrentes. Trataremos en estas líneas de encontrar las claves de esta peculiar estructura fronteriza que es el estrecho de Gibraltar para interpretar adecuadamente lo sucedido estos días atrás.

1.- La relación de España y Marruecos está ineluctablemente condicionada por la geografía y la historia. El espacio geoestratégico que comparten España y Marruecos, el estrecho de Gibraltar, sirve simultáneamente como barrera y puente de un importante flujo de relaciones entre el norte de África y el sur de Europa. Es un canal tanto de flujos migratorios como relaciones comerciales, económicas y sociales. Ello obliga a unas relaciones de naturaleza muy singular y compleja que oscilan influida por factores algunas veces previsibles y controlables y otras veces, no.

2.- En esta situación, de obligada interrelación, España y Marruecos son dos Estados que mantienen una relación singular, casi privilegiada, pero que no hablan del todo el mismo idioma. Esto dificulta obviamente el diálogo. España actúa dentro de un marco tanto constitucional como internacional y europeo, de garantía y protección de los derechos humanos y respeto del derecho internacional. Por supuesto, esto no es fácil, y los procedimientos ante el Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relación con las denominadas devoluciones en caliente son un buen ejemplo de los complicado que es actuar bajo estos parámetros. Sin embargo, Marruecos actúa bajo un desprecio flagrante (por supuesto, exceptuando la retórica diplomática y mediática) de los estándares más elementales de protección de los derechos humanos y las normas básicas del derecho internacional. El trato a los migrantes, con riesgo de su vida, y a sus propios nacionales, impulsando la migración de cientos de sus menores para tratar de obtener réditos políticos es un ejemplo más que suficiente. No hay que olvidar la feroz represión de los disidentes políticos, periodistas independientes, la población saharaui o los activistas sociales del Rif.

3.- Para Marruecos, un elemento central de su política exterior es el control del territorio del Sahara occidental, antigua colonia española pendiente de descolonización, que le permite una proyección geopolítica estratégica en el continente africano, el control de una importante fachada marítima y el expolio de sus ricos recursos naturales. Toda relación con Europa, en general, y con España en particular, está subordinada a garantizar el apoyo en la ocupación ilegitima del territorio. Sin duda alguna, el conocido tuit del presidente Trump confirmando las tesis marroquíes como precio por apoyar a Israel ha servido como factor potenciador de la posición marroquí al confirmar, en el contexto actual de las relaciones internacionales, que el poder de la fuerza supera el de la legitimidad del derecho internacional. En este contexto, Marruecos ha tensionado la relación con otros Estados europeos, como Alemania, que defienden la solución en el marco de Naciones Unidas y no acciones unilaterales basadas en la fuerza.

4.-Las fronteras españolas en África son las fronteras exteriores de la Unión Europea. Sobre las complejas relaciones bilaterales hispano-marroquíes se solapan unas complicadas relaciones de vecindad entre la UE y los países de su entorno cuya finalidad es generar un espacio de estabilidad mediante múltiples herramientas e instrumentos de cooperación.

5.- Lo cierto es que al actuar la UE, identificándose como parte en la crisis provocada unilateralmente desde Marruecos y dirigida, en principio, solo frente a España, se ha evitado el riesgo de escalada. A pesar de las múltiples dificultades, los canales de comunicación con Marruecos deben estar abiertos. Esto es todo un desafío diplomático. Recurriendo a un tópico, estamos condenado a entendernos. En este sentido, la participación activa de la UE debe ser necesariamente un factor determinante para la gestión de la crisis. Después de todo, las fronteras de Ceuta y Melilla con Marruecos son las fronteras exteriores de la UE.

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