Tribuna

Francisco núñez Roldán

Escritor

En recuerdo de "aquellos/aquellas"

Muchos de los combatientes republicanos no murieron por la democracia y la libertad, sino por la dictadura del proletariado o la colectivización de los medios de producción

En recuerdo de "aquellos/aquellas" En recuerdo de "aquellos/aquellas"

En recuerdo de "aquellos/aquellas" / rosell

La alcaldesa de Jerez, Carmen Sánchez -Mamen, para los íntimos y la prensa-, no sólo encaja mal los zapatos en las solemnidades, como todo el mundo sabe, sino que habla un inglés cercano al del gato de mi vecino, y además su Ayuntamiento, siguiendo modas políticas, ha colocado en el exterior del alcázar jerezano un monolito con una placa adosada que reza: "En recuerdo de aquellos/as que defendieron la democracia y la libertad víctimas de la Guerra Civil y del franquismo". Así, sin puntuación y con el horrible "aquellos/as que", cosa que podría haberse sustituido por "quienes", puestos a redactar medianamente.

Pero no es la gramática lo peor del texto sino la falacia política y el insulto que supone hacia los muertos izquierdistas durante el conflicto. Los fusilados durante la guerra no cayeron en absoluto defendiendo la democracia liberal. Por si alguien no lo sabe, en el bando republicano se eliminó a muchos más demócratas y liberales que en el franquista. Gentes que a lo mejor practicaban el deporte de riesgo de ir a misa, tener algo de dinero, haber tenido una trifulca con cualquier sindicalista influyente o simplemente ser de un partido izquierdista no del gusto de los asesores soviéticos, cual fue lo del POUM.

El caso es que ahora, en sus fosas, comunes o no, sabedores de ese homenaje y muchos por el estilo, deben de estar retorciéndose de ira los restos de los caídos del Frente Popular, que lo fueron por defender el comunismo, el socialismo o el anarquismo. Es decir, cayeron, muchos de ellos valientemente, por la dictadura del proletariado, concepto muy caro al corazón del PCE de entonces y de la dominante ala largocaballerista del PSOE en aquellos días. Los ácratas, por su parte, que odiaban más si cabe a la democracia burguesa, murieron briosamente en nombre de la colectivización de los medios de producción, a ver si nos enteramos, de lo que entonces se llamaba comunismo libertario, para distinguirse de los rojos, a quienes tenían tanta o más inquina que a los liberales y a los azules. Urge pues que una delegación del PCE, otra del PSOE y la UGT, y otra de la CNT, -y la de su escisión moderna, la CGT- proteste ante la elegante y políglota regidora jerezana para exigir que en el recuerdo a sus muertos se escriba la verdadera causa de su ejecución, y no una defensa de la despreciable democracia burguesa, que todos los partidos frentepopulistas consideraban un estadio ya superado o por superar.

De todas formas, en el referido texto lapidario hay también un enorme engaño: ¿Quién que lea esas mal redactadas líneas se va a considerar en estos días enemigo de la democracia y de la libertad? Nadie, empezando por nuestros progresistas dirigentes nacionales a quienes se les llena la boca, que no los hechos, con esos dos términos. Y ello viene de lejos. Ya durante la Guerra Civil se pretendió por parte del Gobierno republicano dar en el exterior una idea de democracia absoluta en su bando, con el comprensible propósito de que países y gentes de fuera simpatizasen con él y no con los enemigos, apoyados diplomáticamente por naciones con gobiernos totalitarios. Que la URSS fuese tan despótica como Alemania y más que Italia carecía de importancia. Había que vender una imagen de respeto a las leyes, al parlamentarismo y a las reglas de la democracia burguesa, en una esquizofrenia teórico/práctica en la que ciertamente creyó parte de la población europea y mundial, pero no el sector financiero internacional que, más avisado en cuanto a génesis e intenciones del Frente Popular, sabía por dónde respiraba la República salida de febrero de 1936, y comprensiblemente prestó un vital apoyo a la causa rebelde.

Con eso enlazamos oportunamente con hoy, donde al querer democratizar en el pasado al indemocratizable Frente Popular, se fascistiza automáticamente a sus enemigos pretéritos y presentes, manteniendo con mayor o menor éxito la idea de que la República fue un sistema benéfico, tolerante y feliz, de que los actuales partidos autollamados progresistas son los herederos directos de aquella Arcadia truncada, y que bajo la batuta de estos volveremos a aquellos años gloriosos donde no debemos recordar las terribles huelgas, incendios y asesinatos, el golpe de estado izquierdista de 1934, y por supuesto, nada de checas, paseos, Paracuellos, ni sobre todo los programas de los grupos políticos populares. En realidad, todo eran pretensiones de democracia y libertad… Que no crean.

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