Tribuna

Carlos Ruiz Fernández

Secretario general de Escuelas Católicas de Andalucía

¿Y si esta vez hablamos de educación?

Escuelas Católicas pide, desde hace años, un debate sereno en el que se reconozcan los avances, pero también los errores, y se vea la necesidad de dar un salto de calidad

¿Y si esta vez hablamos de educación? ¿Y si esta vez hablamos de educación?

¿Y si esta vez hablamos de educación? / rosell

Llegó el momento de hacer balance, de reflexionar y de proyectarnos hacia el futuro. La presidenta de la Junta de Andalucía nos ha convocado a las urnas el próximo día 2 de diciembre. Cada cuatro años deberíamos tener la posibilidad de hablar con serenidad de aquellas cosas que nos importan a los ciudadanos, pero mucho me temo que, una vez más, hablaremos de todo lo circunstancial y volverá a pasar desapercibido un debate en profundidad sobre un tema tan fundamental como la Educación en Andalucía.

No se trata de montar un circo mediático/electoral en el que los partidos se arrojen a la cara los datos del informe PISA o los de abandono y fracaso escolar en la región, porque además ya sabemos el resultado: La culpa siempre será del contrario.

Tampoco se trata de frivolizar con titulares de trazo grueso, como las desafortunadas declaraciones de estos días sobre los conocimientos de los niños andaluces en comparación con los de Castilla y León. Se trata de un error que no se corresponde con la realidad y que reduce el debate político al absurdo, además de fomentar una imagen tópica de la región ante el resto de España. Existen más ejemplos: no se puede decir que "en Andalucía los niños estudian en barracones", aunque siguen existiendo algunas aulas prefabricadas, como no se podrá presumir de que en "Andalucía los niños son superdotados" aunque haya algunos alumnos con los mejores expedientes académicos de España.

Sin embargo, los responsables públicos tampoco deben envolverse en la bandera verdiblanca para rechazar cualquier crítica a la gestión, señalando que si se critica a un gobernante se critica a todo un pueblo. La confrontación de ideas y la denuncia de los errores de la Administración pública permite a nuestra sociedad mejorar y crecer.

Escuelas Católicas de Andalucía (ECA) viene pidiendo, desde hace años, un debate sereno con toda la comunidad educativa, en el que se reconozca lo mucho que, en las últimas décadas, se ha avanzado en este tema, a la vez que acepte también los errores cometidos y vea la necesidad de dar un salto de calidad.

ECA reclama este debate con la legitimidad que nos da nuestra independencia política, de la que nos sentimos orgullosos, y la labor que realizan nuestros 400 centros concertados en la región, que atienden a 225.000 alumnos, con una más que contrastada calidad y con unos valores que son compartidos por miles de familias. Siempre hemos huido de enfrentamientos artificiales y estériles que algunos intentan fomentar entre la escuela pública y la concertada, a pesar de que el peso de esta última en Andalucía se sitúa ya por debajo del 19% del total, frente al 32% de la media nacional.

A la organización que represento lo que le importa es la Educación (con mayúsculas), pública, privada y concertada. Siempre hemos defendido lo mejor para la enseñanza pública, porque será bueno para todos; pero a la vez exigimos que se reconozca el derecho de los padres a elegir la Educación para sus hijos, como recoge el artículo 27 de la Constitución.

Por eso, necesitamos un debate que mire más allá, y tenga en cuenta la herencia que podemos dejar a las futuras generaciones. Nuestro mundo es una aldea y los puestos de trabajo estarán reservado para los mejores preparados. Es ahí donde debemos gastar nuestras energías y evitar disfrazar una realidad que nos molesta reconocer, pero que los estudios internacionales nos retratan, y los más perjudicados son los alumnos.

Para ello, es necesario hacer una revisión honesta y profunda que elabore el diagnóstico acertado con el fin de poner los medios adecuados. Habrá que cuestionarse, por ejemplo, por qué en centros cercanos unos tienen alumnos y otros no. Parece que la medida más inteligente, en esos casos, no es cerrar unidades con demanda para llenar otras que están vacías.

En esta tarea, los centros de ECA, la mayoría de ellos centenarios, tienen mucho que aportar. Desde aquí, una vez más, nos ofrecemos desinteresadamente a colaborar con los partidos políticos para debatir sobre todo ello. Un buen comienzo sería atrevernos a hablar con serenidad en esta campaña sobre Educación.

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