litoral

Caso omiso al riesgo de derrumbes

  • Los bañistas siguen accediendo a las zonas prohibidas de la playa de la Fuente del Gallo pese al peligro de unos acantilados que ya se cobraron una vida el año pasado

La Fuente del Gallo, una playa de Conil con una extensión de 1.300 metros, se encuentra desde finales de mayo parcialmente cerrada, con unos 600 metros en los que está prohibido el paso. Esta medida fue estudiada y tomada por la Demarcación de Costas de Andalucía Atlántico después de que un desprendimiento de piedra y arena se cobrase la vida de una vecina de La Línea mientras daba un paseo por esta zona en septiembre de 2016.

Los 600 metros que permanecen cortados se dividen en dos tramos: uno de 400 metros que separan a la Fuente del Gallo de la playa vecina de El Roqueo, y otro tramo de 200 metros que comienza poco después de la bajada del hotel Flamenco y sirve de límite entre la Fuente del Gallo y las calas colindantes.

Pese a los grandes carteles que se ubican en los dos tramos, los visitantes hacen caso omiso. Cuando la marea se encuentra baja la gente aprovecha para pasear hacia o desde El Roqueo, poniendo en riesgos sus vidas. Pero la situación más alarmante sucede cuando la marea sube en la Fuente del Gallo y desaparece la arena. Esto da pie a que muchos de los que llegan se sitúen en las zonas cerradas al público.

El área más transitada es la zona que separa la Fuente del Gallo de El Roqueo, pese al gran cartel que prohíbe el acceso a unos 400 metros de costa. En ella es habitual ver sombrillas cerca de los acantilados así como personas tomando el sol y pequeños bañándose en la zona prohibida.

Por ejemplo, Alejandro Posse, que viene desde Barcelona, cuenta que no encontraron sitio y decidieron trasladarse a la zona prohibida, pero cerca del cartel de advertencia. En las mismas circunstancias se encontró Celia Sánchez, una sevillana que al llegar a la playa se topó sin espacio por la subida de la marea y decidió colocarse en la parte cerrada, pese a las advertencias de peligro. Pero la situación empeora cuando la marea se encuentra vacía y una gran cantidad de personas aprovecha para pasear desde la Fuente del Gallo a El Roqueo.

Por el momento, la Fuente del Gallo no cuenta con una presencia continua de efectivos policiales y los carteles no parecen ser la solución para evitar más tragedias. Julio Pérez, un vecino de la zona que acude desde pequeño a la playa, sostiene que los carteles son "una medida persuasiva". "Si ocurre una desgracia, se van a lavar las manos", añade. Este conileño coincide también con el turista barcelonés al afirmar que los carteles "no van a acabar con los desprendimientos".

Estas señales quizás no sean la medida más adecuada para evitar los derrumbamientos, pero actualmente es la única solución para evitar que vuelva a ocurrir otra tragedia como la que tuvo lugar el año pasado.

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