Abusos sexuales a menores

Un ciberpederasta acepta 16 años por captar a niños en la red para abusar de ellos

  • El pedófilo se ganaba la confianza de los chicos para que le enviasen fotos suyas desnudos y después los chantajeaba con publicarlas si no accedían a mantener relaciones con él, lo que consiguió en varias ocasiones.

Fachada del Palacio de Justicia gaditano.

Fachada del Palacio de Justicia gaditano. / Julio González

La Audiencia de Cádiz ha condenado a 16 años de prisión a un joven gaditano que se dedicaba a captar a menores de edad de la provincia a través de las redes sociales y aplicaciones de mensajería rápida para, una vez ganada su confianza, conseguir fotos comprometidas suyas y después chantajearlos con publicarlas si no accedían a mantener relaciones sexuales con él, lo que consiguió en más de una ocasión.

El ciberpederasta, de 26 años de edad, evitó la celebración del juicio en el Palacio de Justicia gaditano al reconocer la autoría de los hechos por los que venía siendo acusado. En concreto, la Fiscalía lo procesaba por los delitos de abusos sexuales, coacciones, corrupción de menores y exhibicionismo. 

El pedófilo, que ha estado privado de libertad por esta causa durante dos años de forma preventiva, debe indemnizar a las víctimas, un total de siete, en la cantidad total de 19.000 euros, de los que ya ha abonado 14.000. 

Hechos probados

La sentencia firme, de la que ha sido ponente la magistrada de la Sección Primera María Oliva Morillo, da por probado que en 2015 el procesado contactó por Instagram con un menor de 13 años para solicitarle su número de teléfono, pasando a conversar a partir de ese momento con él a través de Whatsapp. 

El ciberpederasta le pidió al niño fotos de sus genitales diciéndole que "era algo normal entre amigos". Al principio el chico se negó, pero finalmente se la envió.

El contacto se hizo casi diario, si bien pasado un tiempo el menor se cansó cansó del acusado y lo bloqueó. Unos días más tarde, el pederasta lo localizó de nuevo por Instagram y le preguntó que por qué lo había bloqueado. El niño le contestó que su madre le había quitado el teléfono y lo desbloqueó. Entonces, el ahora condenado empezó a pedirle que quedaran para verse y mantener relaciones sexuales. Además, le dijo que si no accedía, publicaría la foto que le había enviado previamente, lo que provocó gran angustia en la víctima.

Una semana después, sobre las 4:30 de la mañana, el niño estaba jugando a la PlayStation cuando recibió una llamada del pedófilo refiriéndole que mirara su Instagram. En ese instante, el niño vio su foto publicada con todos sus amigos etiquetados. El chico llamó al procesado y le dijo que "haría lo que él quisiera", a lo que éste le respondió que "si quería que quitase la foto tendría que quedar con él".

Así, en un breve espacio de tiempo, el pederasta tuvo cuatro encuentros con el menor. En todos ellos lo forzó a mantener relaciones sexuales completas en lugares poco transitados y siempre bajo el chantaje de volver a publicar la referida imagen. 

El hermano de la víctima tuvo conocimiento de lo que estaba ocurriendo y se lo contó a la madre, quien interpuso la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil.

Otra víctima

El 5 de abril de 2015, apunta la sentencia, el acusado contactó a través de Whatsapp con un menor de 16 años solicitándole amistad. Al principio la conversación trató sobre temas normales, pero a medida que se desarrollaba la misma, las preguntas se volvieron más personales. El ciberpederasta le cuestionó insistentemente sobre si se masturbaba con sus amigos mientras le explicaba que eso "era muy normal" y que él sí lo hacía con sus compañeros pero sólo como un juego, que "si quería probar". 

El menor se negó en rotundo, si bien en un momento le dijo "en broma" que "lo haría por dos euros". Ante la persistente negativa del niño a quedar con el procesado, éste le envió una captura de pantalla con los contactos que tenía en Instagram y lo amenazó con enviar a todos ellos la conversación en la que decía que accedía a que lo masturbara por dos euros. 

La víctima siguió rechazando la propuesta pero el pedófilo le repetía que "era una cosa que iba a quedar entre ellos", que nadie se enteraría y que una vez que mantuvieran relaciones "lo borraría todo"

Finalmente, ante el temor de que sus amigos y contactos se enterasen de lo sucedido, el niño se vio con el procesado al día siguiente en un lugar apartado. Una vez allí, el encausado, para vencer el recelo del menor, le dio su terminal para que eliminase él mismo la conversación de Whatsapp. Entonces abusó sexualmente de él.

Una semana después, el chico recibió otro mensaje del pederasta en el que le preguntaba cuándo volverían a encontrarse, y como el menor le contestó que no quería volver a verle y que todo lo que había pasado lo había hecho en contra de su voluntad, el encausado se enfadó y le envió una captura de la conversación que estaban manteniendo en ese instante (en la que admitía haber tenido relaciones con él el día anterior) advirtiéndole de que la iba a colgar en la red

Al sentirse sobrepasado por la situación, el niño le contó lo ocurrido a su hermana y ésta a su vez a la madre, que denunció igualmente los hechos ante la Guardia Civil. 

Más casos

Este ciberpederasta intentó entablar relaciones con otros cinco menores con edades comprendidas entre los 12 y los 16 años. A dos de ellos los contactó por Tuenti, los invitó a ir a su casa a jugar a un juego nuevo de fútbol y les propuso que el que perdiera "le haría una paja al otro".

A otro chiquillo le refirió que era profesor y a lo largo de tres meses estuvo charlando con él prácticamente a diario, primero de asuntos del colegio y después de temas sexuales. En una ocasión, el pederasta llegó a manifestarle que podía conseguir "un tío y una tía", que le vendaría los ojos y que "después de chupársela ambos, no iba a notar la diferencia".

A una cuarta víctima la acosó a través de Messenger durante todo un curso escolar. El acusado le proponía continuamente conectar la cámara del ordenador para que pudieran verse en actitudes sexuales. 

Por último, el procesado captó a otro niño a través de Twitter para igualmente ofrecerle tener relaciones sexuales, mandarle fotos desnudo y requerir al menor para que éste también le enviase imágenes suyas sin ropa. 

La mayoría de las víctimas de este caso han sufrido estrés postraumático grave y sintomatología ansioso depresiva.

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