La confluencia de la calle Brasil, tanto con el Paseo Marítimo como con Muñoz Arenillas y Uruguay, fue un reguero constante de vecinos desalojados y curiosos que se acercaban al ver las llamaradas y el humo negro que salía de los bajos del número 12.

En los primeros momentos, reinaron la tensión y el pánico al declararse el incendio sobre las nueve de la mañana. Sin embargo, la rápida actuación de los servicios de emergencia y el desalojo en dirección a la calle y a la azotea hicieron que llegara la tranquilidad con el paso del tiempo.

Entre los afectados, la preocupación se centraba en si había quedado alguien atrapado dentro del edificio. Pedro, un vecino de la quinta que se dio cuenta rápidamente de la situación, fue quien en primera instancia guió a otros afectados hacia la azotea. "Cuando salí al pasillo el humo ya me llegaba por la rodilla. Así que, a oscuras porque en las zonas comunes se había ido la luz, y con la humareda que se ven en las películas, fuimos subiendo", comentaba.

En la azotea se refugiaron unas 40 personas. Según Pedro, "el humo y el calor hacía difícil respirar, así que decidí bajar, fui llamando a otros y por la escalera, con toallas en la boca, fuimos hacia abajo hasta que un policía nos encontró y nos dijo que siguiéramos el resquicio de luz que veíamos".

Una de las más afectadas fue Gloria Ravina, que vive en el 1º H, justo encima de donde se originó el fuego. Gloria contaba que "ha sido una situación durísima. Noté las llamas cómo salían y la explosión de humo negro. Con los nervios y el humo no veía a mi perro, un chow chow de cinco meses, y no pude llevármelo. Luego, he pedido a la Policía que intentaran rescatarlo. He temido por mi vida".

Clara, una vecina del quinto piso, relataba que "al principio olí a chamusquina y pensaba que era de la lavadora. Pero cuando salí al pasillo había humo por las rodillas. Entonces, cogí lo primero que pude y salí corriendo".

En la zona de Muñoz Arenillas, más alejados del fuego, se juntaban varios corrillos de afectados que se mostraban más tranquilos al no haberles pillado tan de cerca el incendio.

Una vecina del séptimo explicaba que había llegado a su casa de la calle "sobre las nueve. Sólo me ha dado tiempo de entrar en mi casa y de repente ver la humareda que se levantaba y salir corriendo. Yo sólo he visto salir humo hacia arriba por el hueco de la escalera, pero no he visto fuego".

Con la serenidad de saber que no había heridos de gravedad en el edificio, uno de los desalojados aseguraba que "el más perjudicado ha sido el portero, que le ha caído en el brazo un chorreón de plástico ardiendo y tiene quemaduras".

Mientras avanzaba la mañana, aumentaba la curiosidad y se hacían las primeras cábalas sobre el motivo de las llamaradas. Una vecina del décimo explicaba que "había obreros en la obra desde las ocho de la mañana trabajando", a lo que otro vecino añadía que "estaban realizando la impermeabilización del local, por lo que las placas de fibra que tienen deben ser ignífugas. De todas formas, tienen ahí unos contenedores azules y eso es lo que tiene que haber salido ardiendo".

Ya por la tarde, la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, acudió al lugar para interesarse por los sucedido.

El edificio quedó precintado por motivos de seguridad, teniendo que pasar la noche los desalojados fuera de su casa. Hasta las 21:00 horas, los vecinos del inmueble pudieron acceder acompañados de agentes de la Policía Local para recoger las pertenencias que consideraran oportunas. Para hoy, los afectados podrán acceder a sus casas desde las 10:00 horas hasta las 13:00 horas y desde las 18:00 horas hasta las 21:00 horas. Además, la Policía Local ha asumido la vigilancia del edificio para evitar la entrada de personas fuera de los horarios establecidos.