Provincia de Cádiz

La amenazada calle Thompson

  • Vecinos de Zahara de los Atunes se movilizan para tratar de salvar un conjunto de antiguas viviendas de pescadores. El PGOU que las protege aún no ha sido aprobado definitivamente.

Sobre la calle Thompson de Zahara de los Atunes pesa una amenaza y varios vecinos de esa localidad han comenzado a movilizarse. Tratan de salvar un grupo de antiguas viviendas de pescadores que milagrosamente sortearon los años del boom inmobiliario. El nuevo PGOU de Barbate, municipio al que pertenece Zahara, protege esas casas de una planta y otras de dos plantas que ocupan la misma calle: las cataloga como un bien etnológico. Pero ese plan urbanístico aún no está aprobado definitivamente y un proyecto que prevé derribar una de las viviendas de una planta y construir otra de dos ha alarmado a los vecinos.

Ese proyecto puede recibir el visto bueno del Ayuntamiento de Barbate si éste se ve obligado a aplicar el PGOU actual y el gobierno municipal no encuentra el modo de preservar las antiguas viviendas de pescadores de la calle Thompson. Y no sólo porque el nuevo PGOU, el que protege esas casas, todavía no está aprobado por la Junta de Andalucía sino porque el gobierno que preside el andalucista Miguel Molina se ha mostrado contrario a continuar tramitando ese plan urbanístico. El PGOU fue aprobado por el Ayuntamiento barbateño en un pleno, con los únicos votos a favor del PSOE, a finales del pasado abril, poco antes de las elecciones municipales que desalojaron de la Alcaldía al socialista Rafael Quirós.

El PGOU actual permite construir dos alturas en la zona de la calle Thompson. Algunos vecinos de Zahara de los Atunes explican que "las triquiñuelas" hacen que esas teóricas dos alturas se vuelvan cuatro por arte de un sótano que se convierte en un bajo y de un castillete que viene a transformarse en un amplio ático.

Eso temen que ocurra con la casa del número 16 de la calle Thompson, perteneciente al conjunto de viviendas de pescadores de una planta con un evidente valor etnológico que no pasó inadvertido a los redactores del PGOU aún no aprobado definitivamente y que el gobierno municipal frenará por otras razones: porque estima que promueve un modelo urbanístico expansivo.

¿Cómo es posible que ese grupo de viviendas en pleno centro de Zahara sobreviviese a la burbuja inmobiliaria, al vendaval constructor que expandió los límites del pueblo y cambió su fisonomía? ¿Qué mano protectora las custodió? Un vecino responde que para los zahareños está claro. Que todo tiene que ver con la presencia continuada de vecinos autóctonos que con su autoridad emblemática velaron por la conservación.

Victoria Verdejo formó parte de ese grupo protector. Los vecinos de Zahara explican que Victoria fue empleada de María Luisa Thompson, viuda de William Thompson, un diplomático británico que se asentó en el pueblo en los años veinte del siglo pasado. "Victoria fue durante más de cincuenta años la anfitriona de la calle Thompson", cuenta un vecino, que a continuación hila una historia de la calle y de sus personajes.

María Luisa Thompson, que en Zahara era conocida como la Señorita, vendió sus propiedades a Thomas Longenecker, un americano que recaló en el pueblo en la década de los años setenta con una idea de turismo sostenible, respetuoso con las esencias locales. Para ello, adaptó algunas de las rústicas viviendas de pescadores para alojamiento y conservó la sencillez primigenia y la fisonomía externa.

"La oferta turística", explica el vecino, "atrajo a un público minoritario de británicos y alemanes, románticos buscadores de la España escondida, aficionados a la equitación campestre o avistadores de pájaros. Después llegaron jóvenes profesionales, escritores y artistas con hijos pequeños, que disfrutaban sintiéndose descubridores de una aldea primitiva, de playas extensas y solitarias, donde se podía practicar la vida natural entre pescadores auténticos". Así llegaron Paco de Lucía y su hermano Pepe; los cantautores Joaquín Sabina, Pí de la Serra y Javier Krahe; los actores Imanol Arias y Aitana Sánchez Gijón; los cineastas Imanol Uribe y Alex de la Iglesia...

"Unos tiraron de otros y entonces Zahara de los Atunes asomó peligrosamente a las páginas de la prensa rosa cuando, terminando el siglo, sus playas empezaron a estar de moda. A todos ellos los alojó alguna vez Victoria en alguno de los sencillos apartamentos de las casas de pescadores".

Los vecinos de Zahara recuerdan cómo tras una larga enfermedad que sobrellevó con asombrosa entereza, sin abandonar su función gestora de la calle Thompson, Victoria murió en febrero de 2014. Fue la penúltima de los viejos vecinos. El último fue Matías Guerrero.

"Matías", explica el vecino, "fue de joven pescador de sardinas en el banco sahariano. En Marruecos aprendió el arte de la cestería de palma, lo que le permitió reconvertirse en el cestero de Zahara. Fue un personaje de vida humildísima que mantuvo su casa tal cual era en el siglo XIX: sin agua corriente, baño o electricidad. Amable, autosuficiente, retraído, observador, de boina vieja y vestimenta descuidada, era un sabio del mar, del monte y de la vida e historia de Zahara de los Atunes".

"De la fuente de la Atalaya tomaba el agua para beber, recorría la Sierra del Retín recolectando palmas; cazaba conejos con lazos, pájaros con perchas y alúas de cebo, recolectaba tagarninas, espárragos y caracoles, y así se alimentaba; no pisaba la tienda ni pedía nada a nadie, ni siquiera ponía precio a su trabajo: lo daba por la voluntad".

Matías Guerrero murió el pasado febrero. Al poco ya se anunciaba un proyecto de derribo y construcción en el número 16 de la calle, la que fue su casa.

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