Pesca

Almadrabas: La costa del tesoro

Vídeo Julio González

Una sombra marca el inicio. Apenas es un fantasma submarino plateado y amarillo, pero lo que anuncia no es zozobra sino prosperidad. Puntuales a su cita, los atunes del Atlántico han llegado a nuestras costas y traen riqueza. La misma de la que disfrutaron fenicios y romanos, esa en torno a la que prosperaron ciudades como Baelo Claudia, cuyas ruinas nos siguen fascinando por su belleza y armonía. Hoy, un puñado de siglos después, estos magníficos ejemplares de la fauna marina se introducen en ese laberinto de redes tan básico como perfecto que son las almadrabas propiciando una danza bellísima, un espectáculo ancestral que no por conocido deja de emocionarnos a los que tenemos la suerte de contemplar su inmutabilidad cada mes de abril y que, por si fuera poco, supone una inyección económica a la comarca de La Janda.

Y es que los atunes ya están aquí. Salvajes, rojos, con sus aletas ribeteadas de un amarillo cadista, casi como advertencia de su ADN gaditano, como diciendo: eh, que no todo el mundo puede ser de Cádiz picha, pero yo llevo viviendo en estas costas antes que tu tatarabuelo y los atunes nacen donde les da la gana. Y además, que de buenos que son, y de buenos que están, caen mansamente en las redes. Se topan con la rabera de mar, o la de tierra, los más despistados, y en vez de darse la vuelta y decir ahí os quedáis, insisten, avanzan, hasta que se meten en la boca del lobo, en el cuadro, en el bordonal, y este pasado viernes, por fin, en el copo, que se terminó de calar con las claras del día y cuyo fondo se elevó de las aguas de Barbate mostrándonos su nueva cosecha de túnidos con un carácter mitológico.

La primera levantá es siempre especial. No sólo porque suele ser la más complicada, sino porque las emociones se entremezclan. En esta de Barbate, a la que Diario de Cádiz asiste cada año como testigo de excepción, los hombres de Petaca Chico se emplean a fondo. Pedro Muñoz, su gerente, con un ojo en sus invitados y otro en cada detalle de la maniobra, explica cómo viene la campaña 2019. “La cuota que nos corresponde, 347 toneladas, la vamos a pescar y a vender aquí. El resto, la que hemos comprado a las flotas vasca y cántabra, y que calculamos que serán entre cuatro y cinco mil atunes, irán a las piscinas de acuicultura para engordarlos”. Es buena parte de ese atún, muy del gusto oriental, el que ni siquiera pisará suelo gaditano. Porque la almadraba barbateña colocará junto a las piscinas un buque factoría que hará que los atunes sean ultracongelados a -65º nada más ser sacrificados, lo que mantiene sus suculentas propiedades intactas para ser consumidos en Japón, un país que se pirra por el atún rojo salvaje de las almadrabas gaditanas, el mejor del mundo.

Trabajadores de la almadraba de Barbate subiendo los primeros atunes capturados este año. Trabajadores de la almadraba de Barbate subiendo los primeros atunes capturados este año.

Trabajadores de la almadraba de Barbate subiendo los primeros atunes capturados este año. / Julio González

Este año la almadraba barbateña instalará seis piscinas de engorde. Cada una de ellas tiene 120 metros de largo por 60 de ancho y 30 de profundidad. Allí los atunes no viven como las mojarritas en La Caleta pero tampoco es que se puedan quejar. De hecho serán engordados con caballas y sardinas hasta alcanzar esa grasa tan demandada en varios mercados. En cada piscina pueden meterse unos 800 atunes, que durante prácticamente el primer mes de su confinamiento no comen, tal es el estrés que les provoca su cautividad. Sin embargo, a partir de ese momento sí que dan buena cuenta de unas 20 toneladas de caballas diarias. Imaginen cuánta piriñaca haría falta para tanta caballa.

La primera levantá del año en Barbate fue limpia y tranquila. Sin incidentes y con las precauciones de costumbre. Para evitar el estrés que les suponía a los atunes morir prácticamente sin agua en las redes del copo, aleteando frenéticamente, ahora son los buzos los que se encargan de matarlos con un disparo en la cabeza. Así pues, armado con una lupara larga un hombre rana se lanza al agua y el primer disparo, el primer bum que resuena en toda La Breña, hace que el agua entre en ebullición. El mar se tiñe de rojo, el atún alcanzado se lanza hacia arriba asomando la cabeza para posteriormente hundirse con su tripa blanca, la parte preferida de las orcas que los persiguen por todo el océano. Durante este proceso sólo hay un hombre en el agua. “Nunca ha pasado nada, pero toda protección es poca”, cuenta Pedro Muñoz 'Petaca'. “Puede cruzarse otro hombre rana y alcanzarle el disparo. Así que mientras que uno caza los demás esperan en la lancha hasta que reciben la orden de sumergirse para ir subiéndolos a bordo”.

Juandi, el rana que se ha encargado este año de la lupara en primer lugar, sube cansado a la testa, como se denomina a la barcaza donde los atunes van siendo depositados y que se sitúa justo frente a la sacá, la característica lancha con palos verticales desde donde el capitán ordena las maniobras. “Este año son grandes, son del Atlántico Sur, los del Norte son algo más pequeños. Estos siempre llegan los primeros”, explica mientras se quita el salitre con un manguerazo y una sonrisa por el trabajo bien hecho.

Conil también levantó el viernes y Zahara y Tarifa lo harán cuando amaine el levante

La primera levantá en Barbate se saldó con 39 piezas. La mayoría con más de 300 kilos de peso, alguno, incluso superó los 400. “Un atún de tres años ya puede pesar 40 kilos, a partir de ese momento ya pueden empezar a reproducirse, pero luego el crecimiento va siendo más lento. Estos atunes que hemos pescado hoy pueden tener 20 años, están en un gran momento para ser capturados. Han criado muchos años”. Y es que para la especie no tiene el mismo impacto que se pesquen 600 toneladas de atún rojo en el Cantábrico que en el Estrecho. Los atunes del norte son más pequeños, mucho más pequeños, de 30 o 40 kilos, por lo que para alcanzar una tonelada hacen faltan capturar cinco o seis veces más que si hablamos de los que entran en las almadrabas.

El resto de los atunes que no fueron capturados el viernes se dejaron regresar al bordonal desde el copo. Allí, sin posibilidad de escape, esperarán bien hasta que, posiblemente el martes, tenga lugar una nueva levantá, esta mucho más numerosa.

Las otras almadrabas de la provincia, Conil, Zahara y Tarifa también están listas. De hecho, la de Conil también levantó en la mañana del viernes, capturando unos 120 atunes. Entre las cuatro se van a repartir este año 1.340 toneladas. Barbate es la que más se lleva, concretamente 370.343 kilos; luego va la de Zahara, con 347.673 kilos; Conil podrá capturar 337.022 kilos y Tarifa, la más pequeña de las cuatro, que podrá pescar 284.984 kilos. El incremento de este año apenas ha sido de un 13% con respecto a la cuota del pasado año, muy por debajo de las peticiones de un sector que durante años se ha visto asfixiado por la restricciones que la ICCAT impuso a partir del año 2006. Entonces las almadrabas podían pescar casi 1.500 toneladas, pero en los peores años tuvieron que contentarse únicamente con 670. Esos años, afortunadamente, ya son historia.

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