Provincia de Cádiz

Salvados y salvadores, un año después

  • Dos rescatados en la Garganta Verde, “muy agradecidos”, entregan placas de recuerdo a los bomberos

José Javier, uno de los rescatados, entrega una placa a Juan Carlos Chacón (i). A la derecha, Francisco Vaca, presidente del CBPC.

José Javier, uno de los rescatados, entrega una placa a Juan Carlos Chacón (i). A la derecha, Francisco Vaca, presidente del CBPC. / Jesús Marín

“Venía a daros las gracias a todos de manera muy informal, más informal de lo que se está planteando”. Sorprendido ante las cámaras de televisión y de los fotógrafos, José Javier, uno de los dos espeleólogos de Chiclana rescatados hace un año en la Garganta Verde, improvisó ayer una breve intervención al entregar las dos placas con las que ha querido agradecer a los bomberos que acudiesen en su ayuda cuando él y su compañero Antonio se quedaron atrapados en el barranco.

“Antonio y yo estamos muy agradecidos por todo lo que se hizo ese fin de semana”, dijo José Javier, que hizo entrega de dos placas: una para el grupo de rescate de montaña de Ubrique y otra para el grupo provincial. “Que quede constancia del grandísimo trabajo que hacéis en la Sierra”.

Los bomberos correspondieron con un pin y otro obsequio. Allí estaban el presidente del Consorcio de Bomberos de la Provincia de Cádiz (CBPC), Francisco Vaca, el jefe del Grupo de Rescate en Montaña del CBPC, Juan Carlos Chacón, el técnico que se encontraba de guardia el fin de semana del rescate, Ignacio Pérez Prado, y otros miembros del grupo que intervino en esa labores. En las placas, una frase de Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. “Eso es lo que hicísteis vosotros con nosotros ese fin de semana”, les dijo José Javier. Bajo las gracias por el rescate, también en las placas, las firmas de las familias Rosendi Campos y Lobato Ramírez.

Esas familias telefonearon angustiadas a los bomberos la tarde del sábado 17 de marzo de 2018. José Javier y Antonio no habían regresado de su aventura en la Garganta Verde. Los bomberos no se lo podían creer, recordaba ayer Pérez Prado, de guardia en aquella fecha. No salían de su asombro por dos razones: porque horas antes, a las dos o las tres de la madrugada, habían localizado y rescatado en ese barranco a un inglés que se había adentrado en la zona solo y sin preparación alguna; y porque el mal tiempo previsto, la lluvia anunciada, desaconsejaba meterse en ese lugar que se vuelve tan peligroso cuando llueve y sube el nivel del agua.

En pantalón corto, muerto de frío, agazapado en un risco. Así habían encontrado al inglés los bomberos. Y horas después llegaba otra alarma: esta vez eran dos espeleólogos. Y seguía lloviendo.

Por la noche acudieron para ayudar bomberos de Málaga, de la unidad de montaña. Comenzaron a buscar pero era muy peligroso. No se veía prácticamente nada y seguía llegando al barranco mucha agua de la sierra. El domingo por la mañana, a primera hora, retomaron la operación. No los localizaron hasta la tarde. Los espeleólogos habían tenido un pequeño accidente y se habían resguardado en una zona. La Guardia Civil los sacó de allí con un helicóptero. Todo acabó en un susto.

En la Garganta Verde entra mucha gente porque es un barranco que es relativamente sencillo cuando no lleva agua. Hay muchas empresas que tienen aquello como una actividad al aire libre, explica Juan Carlos Chacón. “Cuando lleva agua es cuando aquello está más emocionante y más gente quiere acceder. La cuestión está en saber entrar en su momento”. Esto es, no hay que entrar allí cuando lleva demasiada agua o cuando se prevé que habrá mal tiempo. Es lo suyo.

“Pero muchas veces”, anota Pérez Prado, “el peligro atrae. Es excitante”.

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