JAVIER OJEDA. CANTANTE DE DANZA INVISIBLE

"El entorno de Reding es lo más parecido a la Ciudad del Paraíso"

 Javier Ojeda es uno de los rostros más reconocibles de la Málaga que está pegada al mar, que mira de frente al Mediterráneo. Su banda, Danza Invisible, nació en Torremolinos y su rincón favorito está cerca de la playa. Pero lo suyo también es la ciudad. Así que donde se siente a gusto no es tanto en un lugar de arena y tumbona, sino en un coqueto paraje urbano, un fragmento del Paseo de Reding. “Tiene un encanto elegante con un punto decadente”, comenta Ojeda sobre ese lugar.

“Me hago circuitos con mi bicicleta, y cuando paso por ese tramo de la ciudad, desde hace muchos años, siempre pienso que me encantaría vivir ahí”, explica Javier Ojeda al teléfono, ya que en estos días apenas tiene un momento de descanso. El verano es la gran época de conciertos, y Danza Invisible se lanza a los escenarios para demostrar que 26 años de carrera no son nada y ellos siguen vivos. Pero no son sólo las actuaciones lo que tiene ocupado al cantante de la banda malagueña de más éxito; el grupo está preparando su nuevo álbum, la tardía continuación de Pura danza (2003): “El disco está prácticamente terminado. Tenemos canciones para dar y regalar”, dice entusiasmado Ojeda.

Con tantas obligaciones, por suerte, Javier no puede pasear por ese fragmento de Málaga del que dice estar “prácticamente seguro de que es la mejor cara de Málaga. Es lo más parecido a la Ciudad del Paraíso de la que hablaba Vicente Aleixandre”. Pero sí estaba presente en su memoria. “Recuerdo algo que me pasó hace mucho tiempo con un amigo que siempre me decía que la ciudad era fea. Una vez, llegando de vuelta de un viaje, le dije de entrar por el paseo marítimo y él se quedó sorprendido al pasar por allí”.

El entorno de Reding es su rincón favorito – “Esas casitas, con arboleda y tramo de mar, me provocan una sonrisa”, confiesa”–, pero no es el único. “Pedregalejo es una zona maravillosa”, añade. Además, en pleno centro de la ciudad existe otro lugar importante para él. Se trata del Teatro Cervantes, donde es posible verle tanto sobre el escenario como en una de sus butacas disfrutando de algún concierto –la semana pasada no quiso perderse a la tejana Erykah Badu, una de las divas del nuevo soul, y se le pudo ver nervioso como un espectador más–. Sobre esas tablas, presentó el 18 de octubre de 2006 su primer disco en solitario, Polo Sur (Dro). Y hace apenas unos meses, en mayo pasado, Ojeda unió poesía y rock con motivo de la Feria del Libro; fue con el espectáculo Memento, un encargo del Instituto Municipal del Libro, en el que puso música a los versos de Gil de Biedma, Vicente Núñez, Concha Méndez o José María Hinojosa, entre otros poetas.

También en el Cervantes, el 18 de febrero de 2007, Danza Invisible celebró sus primeros 25 años de carrera. Pese a ello, y contra lo que se podría creer, no fue el primer lugar en el que pensó como rincón predilecto. Ojeda parece ser más romántico, y en Reding si se imagina feliz: “Sería mi lugar favorito para vivir”. ¿Por qué? “Yo es que nací en el hospital que está allí, pero no es por eso. Es por su encanto elegante con un punto decadente”, confiesa este enamorado del dandismo de Roxy Music.

Calle apenas, leves, musicales. Jardines / donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas. Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas, / mecen el brillo de la brisa y suspenden / por un instante labios celestiales que cruzan / con destino a las islas remotísimas, mágicas, / que allá en el azul índigo, libertadas, navegan”. Esto escribió Vicente Aleixandre, el Premio Nobel que nació en Sevilla pero cuya infancia transcurrió en Málaga. El poeta elevó a la ciudad con sus versos a una categoría casi celestial, naturaleza que el día a día de esta urbe de frenético desarrollo parece poner en crisis. Javier Ojeda cree ver aún restos de aquel sueño en las calles, en concreto en las de la burbuja fuera del tiempo del Paseo de Reding.

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