Salud y Bienestar

Cuidar un corazón herido

  • El ejercicio físico moderado y una dieta equilibrada benefician a los pacientes que sufren cardiopatías, según los especialistas del deporte.

En el control está la clave. Cuidar la alimentación y realizar ejercicio físico no extenuante son los principales consejos que los especialistas suelen dar a aquellos enfermos con alguna cardiopatía para alcanzar una buena calidad de vida. Concretamente, la recomendación general es seguir una dieta equilibrada y normocalórica para actuar sobre los factores de riesgo y no empeorar la enfermedad base, y un ejercicio planificado, dosificado, orientado y dirigido.

“Los casos de descompensación por enfermedad cardiológica y dieta se pueden ver todos los días en la consulta”, señala Luis Escobar, endocrino del Hospital Puerta del Mar en Cádiz, quien atribuye este hecho al dominio en la sociedad de personas sedentarias y con una dieta hipercalórica. “La dieta perfecta sería aquella rica en hidratos de carbono, normoproteica y baja en grasas”, apunta. En cuanto a los alimentos prohibidos, el doctor Escobar advierte que no existen, salvo que el paciente padezca además hipertensión o diabetes. “En estos casos se debe evitar la sal y los hidratos de carbono de absorción rápida, respectivamente”.

Permanecer activo

En el caso de haber sufrido un infarto sólo se debe practicar deportes de baja intensidad y con predominio de componente aeróbico, para contribuir al refuerzo muscular. Tras el primer mes del infarto, el mejor ejercicio es caminar, según los expertos. Tenis, natación o ciclismo podrían ser opciones a largo plazo. No obstante, Francisco  Gallardo, especialista en medicina deportiva, subraya la diferencia entre el ejercicio físico que se realiza para mejorar las capacidades, los que aumentan la capacidad de consumir oxígeno, y el deporte de alta competición. En este último, Gallardo no recomienda la práctica si se ha sufrido  un infarto, y “en caso de tener una cardiopatía habría que estudiar el caso en concreto”.

Respecto a los controles, “deberían ser obligatorios en todos los deportistas antes de iniciar la actividad deportiva”, señala Juan Motero, cardiólogo deportivo del Recreativo de Huelva. “Además, es inexcusable a escolares, tercera edad o discapacitados que participen en actividades físico-deportivas no profesionales”. Sobre este aspecto, Gallardo expresa como lo que más le preocupa es la ausencia en las personas que practican deporte ya sea por ocio o por cuestiones de salud, y además recuerda un caso curioso que le sucedió hace unos años: “fichamos a un jugador americano para el equipo y daba registros patológicos. Eran cifras rarísimas, tanto que lo que sucedía es que tenía un corazón hipersano, más desarrollado de lo normal ”, explica.

Riesgos de la enfermedad

Pero los controles no son siempre fiables. Motero advierte haber constatado en los últimos años más de diez casos de muerte súbita. “Sólo uno de ellos era federado y se le envío al hospital para hacerle las pruebas oportunas tras detectarle un electrocardiograma anormal. Todas  las pruebas resultaron negativas y le dieron la aprobación para seguir jugando. Mi consejo fue que no siguiera, pero no fue así y dos meses más tarde cayó fulminante en el transcurso de un partido”. 

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