"Hay un desconocimiento general sobre las enfermedades de este tipo, que son crónicas y complejas". Así empezaba a explicar la presidenta de la Asociación Avance el problema de los trastornos de la personalidad (TP), que afectan a más de un 10% de la población. "Nosotros asesoramos a las familias, que son las que reciben todo el peso en el cuidado de los enfermos, ya que no se valen por sí mismos y son muy dependientes", comenta esta trabajadora social, que entró en la asociación tras el diagnóstico de TP de su hijo y que ejerce como presidenta desde 2006. "Tenemos la obligación de exigir mejoras en el sistema sanitario, en el campo de la investigación y en la búsqueda de recursos para paliar los problemas de los enfermos y sus familias", apunta la presidenta de Avance, asociación desde la cual se impulsan actividades y habilidades sociales para que los enfermos se inserten en la sociedad y para que sus familiares se formen y afronten su situación para que no decaiga su calidad de vida, algo difícil de conseguir sin la ayuda de profesionales y de las administraciones. "No tratamos de suplir el servicio público, pero queremos que haya más información para la detección de la enfermedad y la disposición de recursos específicos para su tratamiento", añade Virginia Soria, que hace hincapié en la falta de medios concretos para afrontar esta patología desconocida pero cada vez más frecuente.