Salud y Bienestar

El factor psicológico atenaza a las personas con dolor de espalda

  • Los afectados afirman sentirse incomprendidos y juzgados en la consulta del médico.

"He ido a un montón de médicos privados y de la Seguridad Social. Uno me dice que no debería ni pensar en operarme, otro que solo me puedo curar si me opero, otro que prueba la rizólisis, que pruebe otras cosas… pero ¿para qué estamos aquí? ¿No deberían mirar nuestro historial y ponerse de acuerdo?". No se sabe el nombre de este paciente. Tan solo que sufre de dolor de espalda, una de las consultas más frecuentes al médico de atención primaria y de los dolores más frecuentes en la población.

Hasta ahora, se sabía que las personas que padecen este tipo de dolor presentaban un considerable sufrimiento físico pero poco se sabía, más allá de la percepción de los propios pacientes y sus familiares, cómo se sentían psicológicamente. Ahora, un estudio español publicado en la revista Disability and Rehabilitation recoge por primera vez las vivencias de estos enfermos y las conclusiones no son nada halagüeñas. Además de sufrir físicamente, los pacientes con dolor de espalda se sienten incomprendidos y maltratados por sus médicos.

El trabajo, que tiene como principal punto débil el escaso número de participantes -32- es sin embargo valioso por su carácter pionero. Se trata de enfermos atendidos por lumbalgia en el Sistema Nacional de Salud, aunque la mayoría también había acudido a la sanidad privada e incluso a terapias alternativas de eficacia no demostrada, lo que refleja el grado de desesperación por hallar una solución a sus problemas.

Los participantes en el trabajo tenían otras características comunes: pese a haber recibido tratamiento, padecían dolor calificado como subagudo (de más de 14 días de duración) o crónico (de más de mes y medio), y habían sido derivados por parte de sus médicos de atención primaria a una terapia denominada intervención neurorreflejóterápica (NRT), consistente en la implantación de un pequeño material quirúrgico sobre terminaciones nerviosas de la piel, a menos de 2 mm de profundidad, sin tener que abrir la piel ni anestesiar al paciente, que se deja implantado hasta 90 días y mientras tanto mantiene activadas unas fibras nerviosas concretas, cuya estimulación contrarresta los mecanismos que causan la persistencia del dolor, la inflamación y la contractura muscular que caracteriza los episodios dolorosos de dolencias del cuello y la espalda.

Un año después de estar recibiendo el tratamiento, los pacientes fueron encuestados sobre sus sentimientos. Los resultados de la investigación, que se completa con un anexo con los testimonios de los pacientes, como el citado al inicio de este artículo, desvela que cuando el dolor de espalda llega a ser subagudo o crónico, los enfermos se sienten diferentes, notando una drástica reducción en su calidad de vida y autoestima, lo que puede terminar provocándoles una depresión.

No solo eso. Además, los afectados por lumbalgia a largo plazo se sienten una carga para los demás, porque el dolor les impide realizar sus tareas habituales. "Por primera vez en nuestro país, un estudio científico sobre dolencias de espalda se ha centrado en el punto de vista de los pacientes y ha indagado en lo que realmente es importante para ellos. Los resultados acaban con algunos mitos que los médicos hemos creído durante años y nos ayudan a comprender y atender mejor a nuestros pacientes", explica Francisco Kovacs, coautor del trabajo y director de la Red Española de Investigadores en Dolencias de Espalda.

El estudio pone de manifiesto que los pacientes no se sienten comprendidos no solo por su entorno, sino tampoco por sus médicos, de quienes reciben a menudo recomendaciones contradictorias e inconsistentes, lo que aumenta su confusión y desconfianza.

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