Salud y Bienestar

"Lo que está en juego no es tal o cual empresa, sino la viabilidad del modelo"

  • Cabeza visible de las compañías distribuidoras de medicamentos, este boticario granadino defiende el equilibrio entre las estrategias empresariales y las garantías de equidad en el acceso a los fármacos

-Los medicamentos son un bien esencial en la sociedad contemporánea. Entre el laboratorio que los fabrica y la persona que los necesita hay todo un recorrido, definido por la agilidad y la seguridad, en el que un garante clave es la distribución. ¿Por qué cree que, sin embargo, se les conoce tan poco fuera de determinados ambientes empresariales?

-Quizá porque funcionamos bien y la normalidad no llama la atención. De hecho, lleva usted razón, fuera de las informaciones económicas, somos noticia cuando se nos echa en falta. Pero son contadas las ocasiones en las que el sistema de distribución de medicamentos que tenemos en España falla. Y le puedo asegurar que en casi todos esos casos, por no decir todos, el problema puntual ha tenido que ver con otros eslabones de la cadena del medicamento, no con nosotros. Tenga usted en cuenta que para nosotros, servir medicamentos a tiempo es un criterio de excelencia pero, también, una exigencia de supervivencia como empresas. Por eso son más de dos mil las rutas de reparto que, cada día, llegan a más de 20.000 farmacias de todo el país, estén donde estén. Esta reflexión me lleva a otra, que me parece realmente importante porque define nuestras señas de identidad. Con ese esfuerzo de distribución no sólo estamos dando servicio a nuestros clientes, las oficinas de farmacia: vertebramos la equidad social de la prestación farmacéutica, porque colocamos el mismo medicamento, al mismo precio, en puntos de venta muy rentables, como la farmacia del centro de una gran ciudad, y en otros que no lo son tanto, como la botica de un pueblo perdido en una zona montañosa, pongamos de Granada, Cádiz o Huelva.

-Parece que las distribuidoras tienen clara su función y su relevancia social. Sin embargo, el sector, que viene de un contexto histórico atomizado, tiende a la integración y en esos procesos se dan convulsiones. ¿Teme usted que el juego de estrategias empresariales termine erosionando la calidad de la prestación farmacéutica en España?

-No hay duda de que el contexto nacional e internacional es complejo. Agravado, indudablemente, por la crisis. Todos los agentes de la cadena del medicamento y las autoridades regulatorias ponen en juego sus intereses legítimos para capear la situación de recortes de márgenes de beneficio y limitaciones presupuestarias lo mejor que saben y pueden. Y todos nos tenemos que poner de acuerdo, porque está en juego no sólo la supervivencia económica de tal o cual empresa de distribución farmacéutica. Está en juego la viabilidad de un modelo de farmacia basado en el equilibrio entre la rentabilidad económica y el servicio a los ciudadanos en condiciones de equidad en el acceso a los medicamentos. Es cierto que las medicinas tienen un precio, que mueven dinero. Pero no son mercancías, contienen un intangible de valor incalculable: la salud de las personas. Por ello, confío profundamente en la responsabilidad de las personas que están al frente de las empresas de distribución de medicamentos y estoy absolutamente seguro de que, por encima de intereses particulares o de empatías personales, todos vamos a entender que cualquier proceso, cualquier movimiento empresarial, debe pasar por garantizar la viabilidad económica, las cuentas de resultados, sí. Pero, sin duda, también el futuro de una prestación farmacéutica centrada en la equidad social. En un momento en el que el Estado del Bienestar parece estar amenazado, los farmacéuticos, como profesionales sanitarios que somos, tenemos que cerrar filas para respaldar el modelo actual: nuestra capacidad para sostener puntos de atención sanitaria como son las farmacias supera incluso, en ocasiones, a la de la Administración. Ahí están, por ejemplo, las farmacias del mundo rural: de guardia 24 horas al día, 365 días al año. Esa capacidad de presencia en el tejido social sólo es posible con un sistema de distribución farmacéutica sensato, sostenible, equitativo.

-Precisamente, ese modelo ha sido puesto en cuestión por la Unión Europea. Para la Comisaría de Comercio Interior, el hecho de que en España haya límites a la implantación de oficinas de farmacia parece conculcar la libertad de mercado...

-Para la persona que ocupa actualmente ese cargo, parece que es así. Sin embargo, ésa no es la única voz comunitaria. De hecho, recientemente hemos conocido que las instancias jurídicas de la Unión tienen claro que, en el caso español, esa restricción de la libertad de mercado se justifica plenamente por las garantías de equidad social que contiene nuestro modelo, que no es perfecto, pero, indudablemente, funciona. Gracias a que hay límites de número de habitantes y distancias para abrir una farmacia, son viables las boticas de los pueblos pequeños y, por supuesto, las de mayor facturación, ubicadas en núcleos más privilegiados. Y, desde el punto de vista de la distribución de medicamentos, gracias a que hay farmacias que compran mucho a nuestros almacenes, podemos mantener unas políticas de precios y servicios que son sustancialmente las mismas tanto para una botica grande como para una farmacia más modesta. En cuanto a Europa, somos moderadamente optimistas. Pero tenemos que seguir alerta. En un mundo globalizado, las inercias económicas tienen mucho peso y existe el riesgo de que otras consideraciones, como las relacionadas con la función social de nuestro sistema de prestación farmacéutica, se queden, lamentablemente, en un segundo plano.

-¿No cree que son los farmacéuticos quienes debieran tener esto más presente, precisamente?

-Por supuesto. Tenemos que hacer un serio ejercicio de autocrítica. Los primeros, quienes ocupamos puestos de responsabilidad, porque los cargos estamos de paso. Son momentos para recordar que los farmacéuticos tenemos una seria obligación: devolver a la sociedad, en valor añadido, la confianza que pone en un modelo de mercado limitado, regulado.

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