Cancionero para una crisis

My generation

My generation

My generation

Una controversia que es y será eterna: el conflicto generacional, del que My generation (Mi generación) es una canción-bandera. Compuesta en 1965, a mitad de la década que cambió la relación intergeneracional y signó para siempre el peso de la juventud en la sociedad, cuyo kilómetro cero se suele situar en Mayo del 68, esta composición con la que se dieron a conocer The Who, grupo inglés de rock agresivo, expresa el inconformismo de unos jóvenes de ese tiempo que se sienten incomprendidos y marginados por sus mayores, sin poder vivir en libertad las ventajas de una sociedad británica que a esas alturas ha superado las heridas y carencias que siguieron a la segunda guerra mundial. Un sacrificio que precisamente soportaron sobre sus espaldas esos mayores que entienden como ingratitud la postura de esos jóvenes que ahora se benefician del esfuerzo pagado por ellos con sangre y esfuerzo. Incomprensión por ambas partes: el conflicto está servido.

En España, esa generación tiene su trasunto en los niños que nacieron y vivieron en los años inmediatos de la guerra civil, los más duros para la sociedad española. Crecieron y sobrevivieron en un ambiente de pobreza extrema, un periodo que quedó inscrito en la sabiduría popular como ‘los años del hambre’. Son ellos los que ahora están en la primera fila de las víctimas durante estos días de catástrofe. La estadística fría nos habla de uno de cada tres fallecidos. Hay otro dato más que frío escalofriante: de ellos, casi el 90 por ciento estaban en una residencia privada. Pero ese dato sería objeto de otro análisis que excede a las modestas pretensiones de este cancionero.

Para lo que aquí importa, con perdón por las relativas dosis de frivolidad que contenga el comentario, regresamos a esa canción compuesta por Peter Townshend -junto al cantante Roger Daltrey, el ideólogo y líder de la banda-, entonces un joven de 20 años que en esta My generatión llega a proclamar: “Espero morir antes de hacerme viejo”. No sabemos si 55 años después, a sus 75 años de ahora, Townshend sigue pensando de la misma forma. Entonces, según la letra de su canción, siente a la juventud menospreciada por la gente “simplemente porque vamos donde queremos. De esa “gente” en etéreo a la que se dirige piensa que “las cosas que hace / parecen horriblemente frías” y termina por preguntarles directamente “¿por qué no os desvanecéis / y dejáis de escarbar en todo lo que decimos?”.

Hoy, cuando Townshend forma parte de esa gente que dice cosas “terriblemente frías” y no estaría de más que se desvaneciera, habría que preguntarle si se siente feliz por estar todavía vivo. O es que, tal vez, la situación generacional ha cambiado tanto en el Reino Unido que ahora no es necesario ni necesario tanto desvanecerse como morirse. Como no lo sabemos, miramos a España, a esa My generation (que no es la mía), que creció entre hambre y carencias, que no disfrutó ni uno solo de los estándares de bienestar social que eran comunes a Europa ya a comienzos de los 50, pese a haber padecido entre 1939 y 1945 una guerra más prolongada y destructiva que la que ensangrentó España entre 1936 y 1939, que tuvo que emigrar para enviar remesas de divisas a España con las que nuestro país empezó a entrar en parámetros de progreso económico y que, llegada la jubilación, se convirtieron de nuevo en protagonistas de un fenómeno social inédito entre los europeos, el de ‘los abuelos esclavos’, cuidadores forzosos y forzados de sus nietos durante el horario laboral o de ocio de los padres de esos niños... Por no hablar de cuántas pensiones jubilados habrán sido el sustento principal de familias enteras durante los años duros de la crisis que estalló 2008...

Esos protagonistas y actores de nuestro progreso son los que hemos abandonado en residencias a cuya realidad no hemos querido mirar, a una verdad que ahora estalla ante nuestros rostros con toda su virulencia. My generation, nuestra generación, la de todos...

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