Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

San Fernando

Adiós a una juguetería de las de siempre

  • Tras 35 años abierto, Mamé echa el cierre La calle Real se despide de otro de sus negocios tradicionales

Un par de generaciones de isleños ha pegado la nariz a su inmenso escaparate de la calle Real soñando con los regalos de la mágica noche del 5 de enero, pensando en nuevos juguetes que añadir a la carta de los Reyes o en qué podrían pedir a los abuelos para el próximo cumpleaños. Ahora, en ese umbral acristalado que era una puerta para la ilusión de los más pequeños cuelgan carteles que anuncian saldos, rebajas de disfraces infantiles de todo tipo -navideños, de animales, de superhéroes- y ofertas del 2x1. El cierre de la tienda es inminente, como proclaman ya algunas estanterías vacías que se ven en el local.

La juguetería Mamé es otro de esos comercios tradicionales de la calle Real que se dispone a poner el punto final al negocio tras 35 años en activo en pleno centro de San Fernando. Su dueño, el veterano Juan Manuel Abreu Ibáñez, se jubila tras sortear la competencia voraz de las grandes superficies comerciales, de los 'todo a cien' y de los bazares multiprecio y de resistir durante más de siete años el devastador efecto que han tenido las obras del tranvía en la calle Real. Eso, reconoce, ha sido lo peor que ha podido pasarle a los comercios de la arteria principal de la ciudad, a las tiendas de siempre de La Isla. "Con la peatonalización desapareció el tráfico rodado, el movimiento constante que antes tenía la calle", advierte. Esa vida, apunta, era oxígeno para todos los negocios que respiraban por esta emblemática vía. Y ya no va a volver.

"La calle Real era un sitio de paso. Estábamos en medio de todo y gente de todas partes que iba o venía a Cádiz pasaba con el coche y veía los escaparates. Eso funcionaba porque además luego lo comentaban con los vecinos, con los amigos, con la familia... El boca a boca daba resultado", insiste. Hoy, reconoce, la gente pasea por la nueva calle Real pero el resultado no tiene nada que ver en absoluto. Lo cierto es que no es el único comerciante de los de siempre que lo dice y añora.

Mamé pone otro ejemplo. "Había una tarde en la que la máquina registradora no paraba de sonar: el sábado de Carnaval. El autobús para Cádiz tenía una parada justo al lado de la tienda que tomaban cientos de personas. En la juguetería, donde siempre se han vendido también disfraces, artículos de broma y complementos, no se paraba. Era continuo", recuerda.

Casi como aquelllas campañas de Reyes en las que se quedaba sin sitio en el almacén para guardar todos los apartados -y eso que el local, una antigua finca del centro, es bien grande- o en las que se llegaron a contar hasta siete personas trabajando en la tienda en las vísperas del 6 de enero. "Ahora estoy yo solo y me sobro", afirma al dejar constancia de una dramática realidad que trae a todo el sector de cabeza desde hace años y que ha agravado la prolongada crisis económica.

Mamé -que de joven fue chófer de transporte escolar, que ha sido también el alguacilillo de la plaza de toros durante más de quince años, que fue cargador de los antiguos y fundador, número uno y capataz de la asociación Jóvenes Cargadores Cofrades (JCC)- ha visto día a día con sus propios ojos cómo iba cambiando el negocio a la par que La Isla iba sumiéndose en su declive. No solo se refiere a la juguetería tradicional, negocio que también tiene lo suyo y de los que cada vez quedan menos. Habla en general del comercio en San Fernando. "Yo he llegado hasta el final y me voy a jubilar pero hoy creo que sería imposible pensar que un chaval joven pudiera empezar con todo esto", advierte.

Es curioso, pero tras 35 años en el negocio y otras tantas campañas de Reyes, Mamé reconoce que es totalmente imposible adivinar qué juguete se va a poner de moda. "Nadie lo sabe", insiste. Y no tiene nada que ver con las campañas publicitarias que se hagan o con las dibujos que echan por tele, aunque eso siempre ayuda, claro. En realidad, dice, nadie puede precedir con exactitud qué juguetes van a empezar a pedir los niños, por dónde van a salir cada año. A veces se acierta. Se ven las novedades del año y, con ojo experto de buen juguetero, se puede saber qué producto va a funcionar mejor y asegurarse el pedido en fecha para atender la previsible demanda. Pero no siempre es así. Ya ocurrió hace unos años con las muñecas de las Monster High, de efímero éxito y hoy ya casi olvidadas. "No había en ningún sitio. Ni en los centros comerciales ni en las tiendas pequeñas. Y todo el mundo las estaba buscando. Yo me las arreglé para traerme unas cuantas de Europa y las vendí todas enseguida". Fue un fenómeno.

Aunque hay una cosa segura, reconoce: que los clásicos siempre funcionan. "A mí me encantan", apunta. Bicicletas, balones, trompos, diábolos, caballitos de madera... "Siempre los he tenido". Y, sobre todo, uno de sus juguetes favoritos: los Playmobil. "Tienen 40 años y se siguen vendiendo, siguen gustando a los niños. Siempre he apostado por ellos. Mi tienda ha sido una de las que más cajas de clicks ha tenido siempre".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios