Las imágenes que fueron

Cristo del Socorro y Virgen del Buen Viaje: Herencia de los mareantes de Triana

El Cristo del Socorro, en la Parroquia de Santa Ana.

El Cristo del Socorro, en la Parroquia de Santa Ana. / Juan Carlos Vázquez

LA Real Parroquia de Santa es uno de los grandes tesoros de la ciudad. El templo mandado a construir por Alfonso X El Sabio tras la Reconquista de Sevilla no sólo es cuna de la devoción cristiana, sino que conserva un buen número de obras de arte que constituyen un auténtico tesoro. Además, la catedral trianera es un arca que guarda la memoria del viejo arrabal. Entre esas joyas que cobija el templo se encuentran los titulares de una hermandad extinguida: el Cristo del Socorro y la Virgen del Buen Viaje.

La hermandad titular de la imágenes que hoy se conservan en Santa Ana fue fundada a finales del siglo XVI, como relata José Bermejo y Carballo en su Glorias religiosas de Sevilla, aunque este erudito no llega a dar con el paradero de las mismas. “Tuvo principio esta hermandad en la parroquia de Señora Santa Ana; siendo aprobada su regla por la autoridad eclesiástica en 22 de julio de 1596. Sus individuos, según se dice, fueron mareantes, por lo cual se trasladó a la casa hospital que estos fundaron en el mismo barrio, a orillas del río, hoy casa particular, en cuyo sitio permaneció hasta la época que después se dirá”. Bermejo señala que debió tratarse de una de las cofradías más importantes de Triana, realizando estación de penitencia el Miércoles Santo. La crónica sobre esta corporación concluye con su extinción en San Telmo, a dónde se trasladaría cuando fue fundado.

Información mucho más detallada ofrece José Roda Peña, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, en un trabajo dedicado a las Imágenes de devoción en la parroquia de Santa Ana. Apunta a que esta corporación surge por la fusión en 1604 de las cofradías de la Virgen del Socorro y la de Ntra. Sra. del Buen Viaje. En el año 1659 acontecería una nueva unión con la Hermandad de la Tentación de Cristo en el Desierto y Madre de Dios de los Peligros. “A pesar de reconocerse en el protocolo de fusión que la Hermandad de Nuestra Señora del Buen Viaje se encontraba muy mermada de cofrades y que hacía más de treinta años ‘que no ha salido a hacer su estación más de una vez’, fue la de la Tentación de Cristo la que se mudó a Santa Ana, pasando a regirse por los estatutos de la del Buen Viaje, posiblemente por su mayor antigüedad. Es importante destacar que se puso como condición que en la salida procesional habrían ‘de llevar en ella la hechura de Ntra. Sra. del Buen Viaje presidiendo, y la Imagen del Santo Cristo Crucificado que esta dicha Cofradía tiene, y delante de ambos pasos ha de ir el de el Santo Cristo en el Desierto’”. Las últimas noticias que se tienen de esta cofradía se remontan a comienzos del siglo XVIII, cuando debió de producirse su extinción.

La Dolorosa del Buen Viaje. La Dolorosa del Buen Viaje.

La Dolorosa del Buen Viaje. / Juan Carlos Vázquez

El profesor Roda Peña aporta, como otro dato de relevancia, que, a partir del último cuarto del siglo XVII, existen testimonios documentales que se refieren al Crucificado de la hermandad –hasta entonces conocido simplemente como Santo Cristo–, con el título del Buen Viaje, aunque hoy esta advocación la ostenta la Dolorosa.

En lo que se refiere a la autoría de las imágenes, Roda Peña identifica al Crucificado como una imagen de comienzos del siglo XVII, en torno al año 1600, y no comparte la atribución que López Martínez realizó a Andrés de Ocampo, imaginero que realizó en 1622 el Cristo de la Fundación de la Hermandad de los Negritos. El profesor de la Hispalense pone a este Crucificado trianero en relación con el Cristo del Mandato de Santa María la Blanca, titular de la antigua Hermandad del Lavatorio, una obra documentada de Diego García de Santa Ana de 1599 y realizado también en pasta de madera.

El Cristo del Socorro de Triana. El Cristo del Socorro de Triana.

El Cristo del Socorro de Triana. / Juan Carlos Vázquez

“Percibo un tratamiento anatómico algo más acabado y naturalista en el caso del Crucificado trianero, así como un plegado absolutamente diferente del paño de pureza de telas encoladas, en este caso muy escueto y ceñido a la cintura mediante dobleces horizontales, sin cordel ni aberturas laterales, aunque es habitual que permanezca oculto bajo un faldellín de terciopelo rojo bordado en oro. Lleva una corona de espinas metálica sobrepuesta y en tiempos llegó a lucir potencias. En julio de 2008 fue restaurado por José Manuel Cosano Cejas”, expone Roda Peña.

En cuanto a la Dolorosa, una imagen de candelero para vestir de 1,52 de alto, está realizada en pasta de madera. El profesor Roda fecha su ejecución en la primera mitad del siglo XVII: “Esta imagen nos brinda un ancho óvalo facial, cuyos rasgos resultan muy expresivos en la recia exteriorización de su dolor, frunciendo el ceño, llorando copiosamente –hasta derramar cinco lágrimas de cristal– y entreabriendo sus labios en un incontenible rictus de emoción anhelante”. La imagen fue restaurada por José Antonio Navarro Arteaga.

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