Una vida dedicada al huerto

"Ahora parece que se mira más del canasto hacia abajo"

  • Manuel Ballesteros cumple esta tarde 31 años al frente del llamador de su "primer y único paso", el que porta al Santísimo Cristo de la Oración en el Huerto

Corría la primavera de 1982 cuando un joven de 17 años levantó la mano en una reunión de la Junta de Hermandad de la Oración en el Huerto. Los tiempos habían cambiado y los pasos de la cofradía ya no serían sacados por cuadrillas de profesionales en la tarde del Jueves Santo. José Real Organvídez, conocido como ‘Kubala’ , encargado del llamador del paso de misterio pasó ese mismo año a dirigir los designios del paso de palio, por lo que dejó un hueco al frente del Señor. Y en aquella reunión entre hermanos fue Manuel Ballesteros quien se ofreció a llevar adelante al titular de la Hermandad. Según el jerezano, aunque no sabía en el ‘tinglao’ en el que se estaba metiendo, tras 30 años al frente del paso no se arrepiente de aquel acto de valentía. Dice orgulloso que la Oración en el Huerto fue su “primer y único paso”.

–Explíqueme eso de las cuadrillas profesionales.

–Hasta mediados de los 70, cuando la Hermandad de las Angustias marcó el camino para el resto de las hermandades de Jerez, las cuadrillas de costaleros eran pagadas, los llamados profesionales, que en su gran mayoría trataban de ganarse un jornal más para llevar a sus casas. En el año 1980 se decidió intentar que fueran los hermanos de la Hermandad los que sacaran el paso de misterio, dada la experiencia positiva en otras cofradías, la inquietud por parte de muchos hermanos y sobre todo el ahorro económico -fundamental en cualquier hermandad-, que suponía el tener cuadrilla propia. Salí como patero izquierdo en primera vara en los años 80 y 81. Al siguiente año, se decidió que el palio lo sacaran también los hermanos, designando al hasta entonces capataz del misterio para llevarlo. A partir de esta decisión se hizo una reunión para ver quién se ofrecía para sacar al Cristo. Y fui yo quien levantó la mano. (risas)

–¿Tenía entonces nociones de cómo dirigir un paso?

–Hasta entonces no. Mi primera experiencia como capataz fue en el traslado del paso de misterio, que en aquel entonces se guardaba en un garaje en Madre de Dios. ‘Kubala’ lo llevó hasta el final de la calle Medina, y una vez llegados a la calle Honda me dijo que a partir de ahí era mío. Y desde entonces estoy al frente.

–¿Nadie dudó de usted ese primer año?

–Debido a mi inexperiencia y a la dificultad que siempre entraña la puerta de Santo Domingo, así como de la entrada y salida en la Catedral, la Junta de Gobierno me propuso que fuera ‘Kubala’ quien ejerciera de capataz en esos momentos puntuales. Yo no estuve de acuerdo y dije que si habían depositado su confianza en mí, la responsabilidad de todo el recorrido era mía. La junta entendió mi postura e hice yo todo el recorrido.

–¿Y cuál fue el resultado?

–Perfecto. El recorrido fue genial. Me hizo mucha ilusión cuando un hermano muy antiguo de la Hermandad vino a decirme que aquel fue el primer año que el paso no había rozado los dinteles de madera de la puerta de Santo Domingo. Aunque todo me pasó al siguiente año (risas).

–¿Qué ocurrió en 1983?

–Fue el famoso año que se cayeron dos de los candelabros del paso de misterio. Aunque no fue culpa nuestra, la verdad es que lo pasamos un poco mal. Fueron el delantero derecho y el trasero izquierdo. El primero se desprendió en medio de Cristina e hicimos toda la Carrera Oficial sin él, y el segundo a la salida de la Catedral, por lo que se decidió en ese momento desmontar los dos que quedaban y hacer el recorrido de vuelta sin ellos.

–Estas tres décadas habrán dado para infinidad de anécdotas.

–Otro año se nos tronchó el olivo en la primera chicotá en la capilla. Antes, el paso se montaba dentro de uno de los arcos de Santo Domingo en la capilla de la hermandad y la altura del mismo condicionaba siempre el tamaño del olivo. Ese año quisimos que el árbol destacara un poco más y no pudo ser, al sacarlo ‘a fondo’ no cabía, se dobló el árbol y rompió la tablazón del canasto. A partir de entonces se decidió montar el misterio en el altar principal. Los comentarios que pudimos oír en la calle fueron de toda índole, desde que medioambiente había prohibido la tala del árbol, hasta que por la sequía de ese año no habíamos encontrado una rama adecuada. Otro recuerdo amargo fue en el 88 que nos diluvió en Gallo Azul. En menos de cinco minutos nos encajamos en Santo Domingo. Tuvimos que desmontar los palcos para poder dar la vuelta y cuando llegamos a las puertas del convento, estaban los pasos de la Hermandad del  Mayor dolor esperando para refugiarse porque no aparecían las llaves de la puerta. Aunque fue un momento amargo, recuerdo con mucha emoción la imagen de los costaleros andando a paso de agua sin parar de rezar Padrenuestros mientras llegaban a la capilla.

–¿Les ha llovido muchos jueves?

–Por ahora nos ha llovido tres días. Uno por década. El año pasado hicimos el amago de salir, aunque fue una verdadera locura.

–¿Cómo se afronta la decisión de no salir a la calle?

–Es siempre una decisión muy difícil. Se te rompe el alma, viendo sobre todo a los chavales nuevos y por la ilusión y las promesas que sé que muchos han puesto en ese día, aunque después de la experiencia de aquel año que nos diluvió, yo soy de los que prefieren no arriesgar.

–¿Nota diferencia en el andar de los pasos respecto a hace tres décadas?

–Hay un claro cambio tanto en las formas, que han ido evolucionando, como en la visión del público que se aglutina al paso de las cofradías. Se ha mejorado el andar de los pasos, hemos madurado y aprendido con el transcurso de los años. También se ha producido un efecto de protagonismo excesivo en cuanto a los costaleros y la búsqueda de notoriedad, y cada vez  se le da mas valor al acompañamiento musical. A veces pienso que se mira más del canasto hacia abajo que del canasto hacia arriba, y no hay que olvidar lo que se representa. Mucha parte de culpa la tienen las propias hermandades con el constante cambio de capataces, algunas cada dos o tres años, dándole una importancia exagerada a los mismos.  A mi entender se debería procurar, siempre que fuera posible, que fueran hermanos los que llevaran los pasos, y no hacerse hermanos después de ser capataces. Se necesita ese vínculo, esa conexión necesaria con la cofradía. O al menos, es como yo lo veo.

–¿Qué tipo de andares se valoraban antes?

–Hace años una buena levantá a pulso arrancaba un aplauso general, hoy en día se consigue con las levantás al cielo y los cambios al compás de la música.  Para que veas la diferencia, en los ensayos, poníamos encima del paso un botellín de cerveza al revés y teníamos que conseguir hacer la levantá sin tirarlo. Y lo conseguíamos, la coordinación era increíble. Hoy en día no hay cuadrilla que se precie que no tenga en su nómina un buen número de relevos y sin embargo, en el pasado,  era un insulto para un costalero salirse del paso, se hacía el recorrido de mármol a mármol y se planificaban dos ensayos por semana desde enero hasta  Semana Santa, y cuando se acercaba la fecha se incrementaban con viernes o sábados para ir a la Catedral, podíamos hacer 16 ensayos o más, hoy en día se programan 4 ó 5. Otro dato importante es que la media de edad ha subido hasta ponerse por encima de 30 años cuando lo normal era gente joven de menos de 25.

–¿Cuál es su momento favorito durante la estación de penitencia del Huerto?

–Esta pregunta siempre es muy difícil. Disfruto mucho en la salida y en la vuelta por la calle Tornería, aunque cada año es distinto y a veces se viven momentos entrañables en calles donde  no te lo esperas. Tampoco tenemos mucho recorrido, estamos sobre cinco horas en la calle.

–¿Una marcha que emocione a Manuel Ballesteros mientras conduce el misterio?

–Es curioso, pero hasta el 1993 no tuvimos acompañamiento musical en el misterio. Los antiguos estatutos decían que el palio podría llevar música, mientras que el misterio no. En mi etapa como hermano mayor propusimos el cambio y ahora los dos llevan acompañamiento musical. Respondiendo a tu pregunta, soy muy clásico y nostálgico. Siempre me emociono muchísimo con la marcha ‘Réquiem’ porque me evoca siempre el recuerdo de los que ya no están con nosotros.

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