HUMILDAD Y PACIENCIA

Espíritu trinitario que da otro aire al Martes Santo

  • La hermandad, corta en sus números, aporta la elegancia de las cofradías añejas.

La Hermandad de Humildad y Paciencia abre el Martes Santo con sus formas silentes y al mismo tiempo elegantes. El estilo trinitario de la corporación ha hecho posible su asentamiento definitivo en el entorno más adecuado para la hermandad, la iglesia de la Trinidad, con su preciosos atrio de acceso cuajado de naranjos. Desde ese templo, arrimado a la capilla de Las Angustias, comenzó una nueva etapa que sus hermanos esperan sea definitiva al amparo de la Orden pero manteniendo el estilo que ha adquirido desde que en 2012 entró en la Carrera Oficial tras varias años ofreciendo una preciosa estética en el Sábado de Pasión.

Por lo alrededores del Humilladero, al filo de las cinco de la tarde y con un sol de justicia sobre las cabezas de las decenas de personas que fueron testigos de los primeros pasos en la calle de los cofrades de túnicas de sarga color hueso. Desde ese punto, la hermandad se sumerge en el barrio de San Pedro, por sus calles estrechas y de enorme encanto que tanto ayudan a la estética de la cofradía. Evidentemente, la noche es lo que busca la hermandad pero dada su posición en el Martes Santo y con una Semana Santa que pilla con el horario de verano, es algo totalmente imposible de cumplir.

Un aspecto en el que se ha cambiado a mejor ha sido el de los costaleros, con Simancas

No obstante, en el regreso es cuando la cofradía se gusta en entornos como Alameda Vieja, San Miguel, con recibimiento del Santo Crucifijo de la Salud o la misma calle Barja. No cabe duda que son los momentos y lugares idóneos para verla pasar. Sus números son cortos pero la voluntad de darle un próspero futuro es firme.

En un aspecto en el que se ha cambiado a mejor ha sido en el de los costaleros con la llegada de Ezequiel Simancas y sus hombres, que han conseguido darle unos aires adecuados al paso de misterio, un paso que sigue avanzando en sus hechuras con la talla frontal del canasto que ejecuta el tallista jerezano David Medina.

Por cuarto año, el espíritu trinitario se ha sumado a la Semana Santa jerezana, el mismo que atesora un rico pasado vinculado a la ciudad.

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