Semana Santa

Martes de lujo en el cielo, martes de jirones de la tarde a la noche

  • Se alcanza el tercer día, la cuesta se hace más dura y de casi nada sirven vídeos o recordatorios que suplanten lo que demasiado lentamente se escapa

Llegaron los días buenos en lo meteorológico, para mayor pesar. Excepto preparar la visita del obispo a las sedes de las hermandades del día y colocar en internet vídeos recopilatorios de los que fue 2019, Judíos, Amor, Salud, Defensión, Clemencia y Humildad y Paciencia poco más tuvieron que hacer. Y vaya sol que nos dejó el Mares Santo. A día de hoy en lo cofrade estamos ante un gran Martes Santo en Jerez, no como hasta hace un puñado de años.

Se nos escapa de las manos las ganas de echarnos a las calles para, como si de un sueño se tratara, reencontrarnos en el casco antiguo deleitándonos con la gente de San Mateo. Pero no. La realidad sigue siendo la que es. La calamidad que se nos ha venido encima este 2020 se hace cada jornada más dura y, ¡solo estamos en el tercer día de las salidas procesionales!.

Silencio por todos los puntos claves de la jornada. Silencios que se ciernen en nuestros sentimientos porque ni siquiera hay algo en vivo con lo que paliar la pesadumbre. Silencio que nos devuelve a la triste realidad de una Semana Santa a la que la falta lo esencial, aunque por otros lares lo normal sea la escapada a la costa o a donde sea. Por aquí no. Silencios en los ecos jondos del Jerez flamenco que no dejarán escapar por sus gargantas los desgarrados cantes pasionales en forma de saetas.

Ayer fue un día clave para ello desde la plaza de San Mateo hasta San Lucas. En Jerez nos apalancamos porque lo mejor está en casa y es algo que compartimos con creyentes o no, con católicos cumplidores o con los que solo creen en la imagen de sus devociones.

El Desconsuelo hubiera sido grande como siempre y más desde que la diputación de gobierno de la hermandad tomó con absoluta responsabilidad el orden y el buen estar en las calles. Labor difícil pero que ahora vemos los resultados. No disfrutamos de esa cofradía que arrancaría desde los adentros del Jerez eterno, cuyos pasos superan tejadillos de casas avejentadas y navegando por espacios que definen el Jerez de ayer, pese a que buena falta le hace a esa zona de una buena mano de cal y otras cosas.

Si ahora el Martes Santo es grande es gracias a las nuevas cofradías y al ímpetu de las de siempre que no se han amilanado en hacerse con el lugar que les corresponde. Judíos y El Amor, ambas casi se cruzarán; sus tambores y cornetas chocarán al unísono en el aire del casco antiguo cuando la cofradía de la calle San Juan se ponga en marcha cuando su elegante cortejo de blanca cola escolte a sus titulares sobre resplandecientes canastos que en la hora de la tarde reflejan dorados de exquisito valor.

Desde más al sur que el sur el Señor de la Salud habría vuelto a la Carrera Oficial para confirmar sus grandes propósitos, los mismos que la han hecho y la hacen crecer por dentro y por fuera. Alcanzar el centro urbano con todo orgullo y poderío diciendo “aquí está la gente del Chicle”.

A la zaga irá empujando la fuerza de San Benito, que el paso de los años no ha roto su carácter de gente esforzada, con gran criterio cofrade y el empuje suficiente como para ver desde 2019 su palio con Salud y Esperanza, cuyo frontal completo lo hubiéremos visto terminado.

Tras La Clemencia habríamos gozado de otras formas semanasanteras, las del recogimiento sin más adornos que su cortejo, de su intento porque todo lo que salga sea exquisito y su silencio, el del Señor esperando sobre la peña en su Humildad y Paciencia. La distinción volverá a llamar a las puertas de la ciudad y de su gente con los cofrades de Capuchinos.

El Cristo de la Defensión que este año ha celebrado los dos siglos de su llegada a la Cartuja con un buen puñado de actos que han podido celebrarse para rememorar aquel hito histórico que tan bien documentando está. El remate hubiera sido el día grande del Martes Santo con su cortejo seguramente más amplio, siguiendo la progresión observada, con sus dos pasos que caminan con gusto, al que la hermandad quiere. Dejarnos sorprender por la multitud de detalles que figuran en el cortejo que tantas y tantas preguntas llegan a la mente de los más pequeños que los mayores difícilmente saben contestar.

Es ese otro misterio de las cosas de las hermandades, sus insignias, atributos y elementos que hacen singulares a cada una de ellas. El Martes Santo más amargo pasó y alcanzamos el ecuador con más cristales en el alma si cabe. Ni vídeos ni mensajes ni nada. De poco va sirviendo ya todo eso.

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