Miércoles Santo. No hay vuelta atrás
Semana Santa Jerez 2023
Jerez/No hay vuelta atrás. La Semana Santa según Jerez llega a su día más redondo. La gente ya ha acomodado su espíritu a este sublime tiempo de emoción. Ese ritual que transcribe la realidad de unos momentos que hemos hecho eternos han encontrado su estancia perfecta en unas jornadas que se han vivido con pasional entusiasmo. No hay vuelta de hoja. Es Miércoles Santo. Va a ser verdad aquello, que alguien dijo, de que la Semana Santa no ha existido nunca; la inventamos todos los años. Y el Miércoles Santo vuelve a estrenar, en Jerez, la cadencia que es presente imperecedero, que augura un tiempo de esperanza y asienta una realidad pretérita llegada de horizontes que perduran.
Nadie puede sustraerse a la belleza de lo que acontece. La historia de Jerez ha marcado unas sendas por donde circula un estamento sin equívocos. No hay vuelta de hoja ni marcha atrás. El espíritu de lo eterno patrocina su lección de magia perpetua. Hay retazos de lo que deja un tiempo que no fue porque siempre es; migajas del tiempo vivido; una historia que acentúa su perfil íntimo. Ayer como hoy y como siempre; la eternidad que asienta sus esquemas.
El Miércoles Santo es un día de redonda magnificencia; de consumación perfecta de lo que debe ser, de plasmación total de algo grande que se manifiesta sin complejos porque es único. Miércoles Santo de intensidades. No hay vuelta atrás. ¿Alguien lo puede poner en duda? Hermandades de ecos jerezanísimos acentúan los perfiles de una jornada de límites concretos que se van agrandando sin expectativas de finales lógicos. Porque no hay lógica ni verdad asumible. Es el Miércoles Santo según Jerez; distinto, único, intransferible; de absoluta incontrolable infinitud.
Miércoles Santo. Día grande por San Mateo, por Santiago, por la calle Medina, por la Granja que se convierte en un inmenso Jerez nuevo. Los tópicos se imponen y marcan rutas sentimentales donde lo demás queda en un segundo plano y todo permanece en suspenso ante la realidad de unas cofradías que se abren a estéticas contrapuestas. El rigor penitencial de la Hermandad de las Tres Caídas asume una potestad ciudadana diferente. El pueblo marca las distancias. La fe mueve montañas y se echa a la calle buscando horizontes que atemperen dolores, que pongan soluciones a problemas difíciles y que se haga imperiosa realidad lo que la necesidad demande. El Señor de la Salud es el faro que guía, el puerto seguro de la esperanza.
Miércoles Santo. Hermandad de Santa Marta; esa silente cofradía que desentraña el rigor de un barrio acostumbrado a horizontes de exuberancias. Sabor viejo de una corporación que avanza firme en su cortejo de verdad y solvencia. De lejos llega una manifestación creciente de amor. No hay duda en la gente de la Granja; con el Soberano se vuelven a agigantar los espacios; todo es posible. Como lo es, ese relicario cofrade que es la Hermandad del Pelirón. Tampoco aquí hay vuelta de hoja. Seriedad en la juventud o aplastante seria juventud. Da igual. El Señor del Amparo y la Virgen del Consuelo son firmes directrices que guían.
Claro que no hay vuelta de hoja. Es imposible. Por la calle Ancha, por la Porvera, por jerez entero, el Prendimiento, asume su especialísimo sentido y junto a su imagen de imposibles referencias, se desarrolla una lección práctica de filosofía popular donde lo real supera a la ficción. El Prendimiento orto y ocaso de una luz que resplandece sin límites. Magnificencia escultórica, sentido de la proporción, justa belleza que atrapa. Es la exactitud de la desmesura. Todo queda consumado.
Y, además, la belleza inquietante de la Amargura. El cálculo definitivo de lo que no puede ser de otra manera. Es imposible. La magnitud empequeñece sus distancias y se convierte en el sentido exacto de una verdad indiscutible. Hay armonía y exuberancia, contención, perspectiva
inabarcable de lo bello, redondez en la perfecta cuadratura. Es Ella, la Amargura, el color azulenco de la tarde. No hay vuelta atrás. ¿Alguien lo puede poner en duda?
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