Humildad y Paciencia

Silencio y clasicismo desde San Dionisio a San Miguel

  • La hermandad mostró el estilo que desea seguir asentando con un cortejo tan precioso como corto

Entre la luz que muere de la noche que avanza y de la tarde que se marcha, junto con el fuerte viento de levante que nos azotó ayer, el severo y precioso cortejo de la hermandad de Humildad y Paciencia empezó a pisar el enlosado de Revueltas y Montiel, esa pequeña y coqueta placita que tanto sabe a cosas cofrades que nacen en San Dionisio. Sábado de Pasión, antesala de la Semana Santa y el día de las víspera en la que callaron tambores y cornetas por la Constancia, tras pasar La Paz al Lunes Santo, para dejar como única y exclusiva referencia cofrade oficial a la hermandad que tiene su sede en el templo dedicado al Patrón de Jerez, sede sólo para salir porque la corporación sigue su deambular de cara a dónde asentarse para siempre, tras los chascos que ha venido padeciendo en los varios intentos que ha llevado a cabo, desde la Santísima Trinidad, donde recibe culto la imagen titular, hasta Los Remedios donde, a modo de la Sagrada Familia pidiendo posada, tampoco encontró la comprensión que deseaban.

De todas formas, en su misión cofrade sigue adelante sin mirar atrás y avanzando en todo lo posible y una de esas asignaturas pendientes tendrá que ser el cortejo, seguir aumentando el número de nazarenos, que ayer llegó a 59 unos 20 más que en 2010, para que la estampa de hermoso clasicismo que respira la cofradía se vea cada vez más amparada, además de poner aún más en valor una de las otras bellezas de la hermandad, la hechura de la túnica de sus hermanos. El paso sigue igual que el pasado año con trabajo de carpintería terminado a la espera de empezar la talla, aunque sí estrenó la cruz del Señor y la de guía, ambas realizaciones de Peryol y con el tallado del artista jerezano Alejandro Oliveras.

Dentro de esas formas silentes que ha adoptado, la única nota musical salió del fagot, oboe y clarinete que conforman la capilla musical que con sus motetes y las conocidas saetas del Silencio, invitaron al recogimiento de quienes observaron el transcurrir de la procesión por un recorrido muy acorde con el espíritu de la cofradía. En esa línea se sitúa también el arreglo floral, este año con siempre vivas moradas, del único paso de la corporación, delatando cómo se cuidan los detalles y que no haya notas discordantes en todo el conjunto estético de la hermandad.

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