Sólo faltan horas para que las hermandades que van a realizar su estación de penitencia esta Madrugada hagan su aparición por las calles de la ciudad. Pero el trabajo previo que conlleva la salida en procesión de una cofradía no es conocido por todos. El esfuerzo, el trabajo en equipo y el perfeccionismo se vuelven protagonistas de las jornadas anteriores al Viernes de madrugada para la Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud.

Por este motivo, en estos días atrás, la corporación de San Miguel ha hecho un llamamientos para que los hermanos se acerquen a la iglesia para dar los últimos retoques, terminar de preparar las insignias y completar los pasos con las flores. La cofradía invitaba a todos los que quisieran a participar en los trabajos previos de preparación de la salida procesional. En concreto, el trabajo del día anterior consiste en colocar las flores y solucionar los problemas de última hora. “Durante la Cuaresma, el día que bajamos al Cristo, habíamos más de 40 personas, aunque fijos siempre estamos unos 12. No nos podemos quejar de la colaboración”, afirma Luis Cruz, hermano mayor del Santo Crucifijo.

La hermandad empieza con los preparativos aproximadamente, en febrero. “Hay que tener en cuenta que tenemos que montar dos altares, el de insignias y el del sagrario, y dos pasos. El montaje es muy duro pero se hace con una ilusión tremenda”, asegura Luis Cruz.

Uno de los trabajos más complicados del Santo Crucifijo es el montaje del altar del Sagrario para el Santísimo. “No es fácil de montar el gran altar como hermandad sacramental que somos, tiene un enorme trabajo, lleva los frontales y las bandejas de plata, es algo espectacular. Somos la única hermandad que montamos un altar del Sagrario, somos los únicos que continuamos con la tradición en Jerez. Se quedará montado Jueves y Viernes Santo”, explica el hermano mayor.

Por otro lado, Cruz reconoce que el día previo no es precisamente el más estresante, asegura que “ahora son sólo detalles. Los días fuertes son cuanto tenemos que bajar al Cristo del frontal para llevarlo al altar mayor, cuando hacemos el traslado para montarlo en el paso, cuando desempolvamos los pasos y los traemos a la iglesia. También cuando se lleva a cabo el montaje del altar de insignias, que por la calidad y la cantidad de sus elementos, es considerado uno de los mejores de Andalucía. Hoy es el día para disfrutar, vemos que todo esta terminado y lo bonito que queda todo. Es un día complicado, pero disfrutamos como niños de cada detalle. Hoy es cuando vemos el resultado de tantísimo trabajo”.

Aunque parezca mentira, los hermanos del Santo Crucifijo reconocen que lo más duro es el desmontaje. “Es como cuando vas de viaje, vas con una ilusión tremenda y llegas cabizbajo porque o te lo has pasado bien y tienes ganas de repetir o, o te lo has pasado mal y piensas que has tirado el dinero. Lo duro es recoger y saber que no lo vas a volver a ver hasta el año que viene. Cuando guardas los pasos y lo envuelves todo. Da mucha pena”, insiste Cruz.

Pero esta cofradía no sólo disfruta de la Semana Santa, existe una cara oculta, que es la vida en hermandad y la convivencia de los hermanos de la cofradía. “Disfrutamos y sufrimos con la Semana Santa, pero lo que nos gusta es hacer vida, ya que al final la hermandad se convierte en tu familia, con sus problemas y sus dificultades. Eso es lo que nos llena. Pertenecer a una hermandad como la nuestra es duro, pero también muy gratificante. Por eso estamos aquí”, afirma el hermano mayor de la cofradía.

La Hermandad de San Miguel si se caracteriza por algo es por su perfección, “está todo medido, por eso cualquier defecto se nota una barbaridad, por esta razón exige un nivel de trabajo más alto. Pero esto lo tenemos asumido todos los hermanos. No somos ni mejores ni peores, pero intentamos impregnar nuestra personalidad, tener un sello propio”, explica Cruz.