Semana Santa

El día grande se queda en casa por segundo año y da paso a la recta final

  • La lluvia lo estropeó casi por completo el pasado año por lo que se suman ya dos años sin Miércoles Santo. La gran novedad hubiera sido ver a la hermandad del Consuelo por San Miguel

Dos años sin ver en todo su apogeo el Miércoles Santo duele y bastante. Y lo es más aún cuando ayer fue una jornada que en lo del tiempo casi no tuvo nada que ver con 2019, excepto por el nublado. Una pena que el mal llamado día grande de la Semana Santa de Jerez’ no vaya a ser posible hasta 2021, si no llueve u otra circunstancia.

Seamos optimistas y recemos, deseemos y pronostiquemos que para el año próximo se nos regalará una semana de lujo. Habría que preguntar a psicólogos o sociólogos, qué especialidad será mejor, si son necesarios para los que vivimos por estos lares vivir los momentos de emoción, admiración, de relaciones, de compartir que permite la Semana Santa, ya sea de forma serena para algunos o más apasionados para otros.

Se dice que las procesiones carga las pilas de la fe. Si eso es así, estamos bajo mínimos de carga. Tal vez el esfuerzo por poner en la red recuerdos, momentos pasados y demás inventos ayude a ponernos las baterías, si no a tope, al menos en un nivel que sea soportable, mirando al otoño por si cae alguna extraordinaria, como acto de acción de gracias, algo que ya se cuenta en los mentideros cofrades.

El pasado año se aguó la jornada. El Prendimiento apenas si llegó a cruzar la calle Ancha para darse la vuelta. Del mismo modo que La Amargura que se volvió nada más salir. Las Tres Caídas se quedó en casa, Soberano Poder de resguardó unas horas en la Catedral, Santa Marta hizo lo propio en la Victoria ante de volver a San Mateo y Consuelo dio también marcha atrás. En pocas palabras no hubo Miércoles Santo. Y ahora en 2020 tampoco.

Dos años en blanco para Martín Gómez en su estreno en el llamador de la dolorosa de Los Descalzos. Año para olvidar en el Prendimiento por sus graves cuitas internas. Tal vez la situación actual sea bálsamo y poder poner punto y aparte a todo el sin sentido que vive la corporación. Posiblemente los protagonistas de todo estos líos no son conscientes de que los devotos de verdad les sobre tanto ellos como las ambiciones que les llevan a llevar al límite a la cofradía.

En cualquier caso, ayer no estuvo el Señor de Santiago y su Madre del Desamparo, en su delicioso palio, derramando bendiciones al Jerez que por ese arrabal ama, sueña, vive y siente en flamenco. Es una hermandad que da forma al carácter cofrade de la ciudad, en el que lo hondo supera en gran medida a lo superficial. Como honda es la mirada de la Amargura, cautivadora expresando la pena serena y madura.

Es grande como los es todo en Ella, como su paso, como su gente como los de abajo que miman la mecida para que la elegancia nunca se rompa como mandan los cánones amarguristas. También nos lo perdimos ayer y antié este año. Demasiado tiempo y más cuando hoy en extramuros por las callejas santiagueras y por Medina solo manda el trino de los pájaros y la contenida tranquilidad no deseada.

El Señor del mujerío, como dijo el gran Gallardo, dejó una vez más a sus centenares de devotos y devotas con las ganas de cumplir promesas o de simplemente caminar tras Él. A esa impronta tan exclusiva de la cofradía de San Lucas se le une la elegancia y severidad en su procesión, que con más satisfacción se hubiera vivido ayer tras haber dado un paso importante en la conservación de su sede, el añejo templo alfonsino.

No salimos del casco antiguo. Aún conservaría el viejo empedrado de la collación de San Mateo el terremoto de ritmos, compases y gentío del martes cuando habríamos disfrutado de Santa Marta y la gran novedad de este año de ver salir de San Miguel al Consuelo donde se hospeda la cofradía por la edificación de su nueva capilla. Incluso no por repetido y asumido disfrutar la fuerza del Soberano Poder, desde la cruz de guía hasta el último músico en la reedición anual de la estación de penitencia más larga, lo que enorgullece a la gente de la Granja.

Llegamos a la recta final con la experiencia de vivir una Semana Santa sin serla como la queremos aquí. El miércoles se apaga entre el silencio. Cae la tarde tranquila. Con la memoria vamos situándonos por donde iría cada hermandad en cada hora.

Qué estaríamos haciendo en calles abarrotadas, qué momentos no nos queríamos perder: Amargura revirando en Arenal hacia Corredera, Prendimiento por Tornería, Consuelo por San Miguel, Patrocinio rompiendo con su luz la penumbra del Jerez antiguo, Tres Caídas abarrotando en la noche otra vez su plaza y el Soberano rindiendo en San Juan de Letrán honores a Jesús, sin más. Soñemos con ello, que en 2021 lo veamos de verdad a pie de paso.

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