Tribuna cofrade

Igualdad en la Iglesia ya

Hace unas fechas, concretamente el domingo 1 de marzo, diferentes y organizaciones de la Iglesia, convocaron concentraciones en diferentes ciudades españolas para reivindicar igualdad para la mujer en el seno de las instituciones eclesiásticas. Este movimiento no es solamente del estado español, sino que forma parte de una red mundial. Es inaudito y diría que vergonzoso, que en siglo XXI, siga existiendo discriminación, por la simple razón de ser mujer, en una religión que basa sus creencias en el mandato de Jesús de “amaos unos a otros como yo os he amado”.

¿Con qué fuerza moral y bajo que principios, la jerarquía eclesiástica considera a la mujer de segunda división al negarle el ejercicio de los diferentes ministerios de la Iglesia?. Se puede afirmar sin error a equivocarse, que gran parte de la clase clerical, en sus diferentes niveles, desconocen la vida y la obra de ese hombre, que hace dos mil años, pasó por el mundo haciendo el bien como fue Jesús de Nazaret. Si no que expliquen porque mantienen esa actitud discriminatoria, que de cristiana no tiene nada. Dice el teólogo granadino, José María Castillo “que las mujeres son el único colectivo humano con el que Jesús jamás tuvo problema alguno”. Si repasamos el evangelio, vemos que se enfrentó a los diferentes grupos de aquella época ( fariseos, escribas, etc), e incluso en ocasiones con los propios apóstoles, pero nunca con las mujeres. Siempre había un grupo de ellas que lo acompañaban. Cuando todos los apóstoles lo abandonaron, a excepción de Juan, ellas permanecieron junto a él hasta su muerte, a los píes de la cruz.

A la primera persona que se le aparece tras la resurrección es a María Magdalena. Según narra los evangelios, fueron muchas las mujeres que tuvieron relación con Jesús, sin tener en cuenta su origen y condición. Si hiciéramos un listado de las mujeres, que han hecho una gran aportación a la Iglesia, sería interminable, no solamente desde la teología o la mística, sino también desde la entrega más profunda en favor de los más necesitados y que a muchas de ellas les costó la vida. La Iglesia debe de saber leer los signos de los tiempos y uno de ellos es la lucha que a lo largo y ancho de este mundo, están teniendo las mujeres por equipararse a los derechos de los hombres. A buen seguro que si la Iglesia sigue viva, se lo debe a las mujeres, aunque marginadas, que han aguantado el timón de este barco que en tantas ocasiones ha estado a punto de naufragar.

Dijo Martin Luther King que “no me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”. Esta frase se puede aplicar al sector laical de la Iglesia, que salvo honrosas excepciones, mantiene un total mutismo ante la situación de desigualdad que padecen las mujeres. Esta situación no puede seguir así por más tiempo. Hay que enfrentarse unidos a esta clamorosa injusticia. No olvidemos que Jesús denunció, ante los poderes de aquella época, todo lo que iba en contra de las mujeres y hombres porque él no hizo distinción.

Si bien es cierto que la mujeres sufren una tremenda discriminación, no es menos que los hombres también están marginados en el funcionamiento de la Iglesia, como si no se formara parte de ella. El clero debe de recordar aquella frase de Jesús en la que afirmó que había venido a servir y a no ser servido. El servicio no es poder, sino todo lo contrario. La misión más importante que tiene la jerarquía es servir al pueblo de Dios y no servirse del mismo para mantener, en muchos casos, situaciones de privilegios. Es cierto que el papa Francisco está haciendo una buena labor pero hay muchos jerarcas que no se enteran o no quieren enterarse. Termino con una frase del manifiesto de los colectivos convocantes de las concentraciones del 1 de marzo : “ ¡ Basta ya !. Alcemos la voz hasta que la igualdad sea costumbre.

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