EN el mundillo cofrade gusta mucho -a veces demasiado- una polémica, y más si es en plena Cuaresma. En esta ocasión ha sido la presunta negativa de la alcaldesa a visitar a las hermandades en la jornada de su salida procesional. La anunciada 'espantá' circuló por redes sociales dándose por cierta, aunque nadie llegara a confirmarla, hasta que fue desmentida por la regidora. Al final, parece que sí habrá recorrido institucional en las mañanas de los días grandes pero los siete concejales del gobierno se repartirán como buenos hermanos, aunque entre los hermanos de las cofradías ya se empiece a sembrar una nueva discordia pues aquellos que no sean agraciados con la presencia de la primera autoridad de la ciudad se sentirán agraviados con respecto a las que sí la reciban por aquello del rango. Sin embargo, poco debate suscita en este colectivo que haya hermandades que cada vez saquen a la calle un cortejo más corto, que los hermanos se impliquen en su corporación poco más que en los días donde huele a cera y que en algunas jornadas de triduo haya menos asistencia que a un traslado de regreso pasada la Semana Santa. Dejemos a un lado los políticos y centrémonos en los problemas reales de las hermandades.