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Pistolas de mixtos, para la Feria

  • La falta de contundencia del Sevilla dejó en manos del 'pistolero' Iglesias Villanueva la definición de un partido que debió ser una goleada de exhibición

Los capitanes David García y Mercado, ante Iglesias Villanueva y la Reina del Carnaval, Ana Suárez, que hizo el saque de honor.

Los capitanes David García y Mercado, ante Iglesias Villanueva y la Reina del Carnaval, Ana Suárez, que hizo el saque de honor. / fotos: elvira urquijo a. / efe

Iglesias Villanueva es uno de esos árbitros que, in ictu oculi, te arma un follón de la nada. Parece que tiene el partido controlado, pero, de pronto, empieza a denotar fallos de interpretación. Ve al revés un saque de banda, no ve falta donde la hay o se inventa una donde no la hay. El córner que entre él y su auxiliar, el de la banda de preferencia del Estadio de Gran Canaria, sancionaron en una jugada en la que desde la distancia se vio clarísimamente que fue fuera de fondo de Michel Macedo, gracias a la anticipación de Sandro, fue una pista peligrosa. Luego, en ese flanco llegaron las dos jugadas polémicas: un penalti inexistente y un gol semilegal. La contingencia de toparse con la ineptitud de un pistolero como el gallego hay que zanjarla a base de goles. Y las pistolitas de mixtos, dejarlas para la Feria.

Se podría decir que, igual que Paco Jémez llevaba una indumentaria más propia para el pescao frito de la Feria de Abril que para el entierro de la sardina del Carnaval de Las Palmas, el Sevilla casi convierte en triste comparsa su faena de dos orejas y rabo en Las Palmas de Gran Canaria. Y todo por usar más mixtos de la cuenta en lugar de balas de verdad. Porque el carrusel de ataques indefinidos por parte de los delanteros sevillistas fue tremendo.

Habría sido muy injusto que hubiese concedido gol de Gálvez en el minuto 93 Iglesias Villanueva, el mismo que cayó en la trampa del piscinazo de Halilovic, un ilusionista del fútbol que amaga más que da y que ha ido de más a menos en el balompié por esa tendencia al embuste. El colegiado gallego le puso el caramelo en la boca al equipo de Paco Jémez al pitar penalti de Layún en el 81 y el mismo gallego se lo quitó en esa postrera jugada en la que, según el propio Gálvez confesó, el árbitro pitó falta previa a Calleri por un manotazo con el que se quitó de en medio a Lenglet, que no lleva muy bien eso de bailar pegado, prefiere las sevillanas despegaditas.

Y lo curioso es que pudo ser injusto que no subiese al marcador ese gol, porque el linier que está más cerca no aprecia falta y sí fuera de juego, que no existe en ningún caso. En fin, las cosas de jugar con las escopetas de feria.

El Twitter sirve para aclarar algunas cosas. El autor de ese gol anulado en el 93 se explayó en esta conocida red social. "La UD Las Palmas se está jugando mucho, mucho!!! Palabras textuales del árbitro hacia mi persona: es falta previa de Calleri... El línea pita fuera de juego... Nos estamos jugando mucho señores. Esto NO puede pasar", escribió indignado el central de Las Palmas, acompañando la nota con una foto en la que se ve que no hay offside.

Lo cierto es que el Sevilla dio una exhibición completísima de su fútbol en plena resaca carnavalera. Con el rival todavía adormilado, Pizarro le dio un balón de oro a Ben Yedder y el delantero del Sevilla sacó la escopeta de balines. Tras superar en carrera al meta Chichizola, estrelló con todo a favor el balón en David García. Era el minuto 3 y la jugada fue un anticipo de todo el partido: el Sevilla iba a superar con su calidad, precisión y verticalidad la frágil presión de Las Palmas, pero le iba a faltar espíritu matador, como si fuera disfrazado de sheriff y en las cartucheras llevara pistolas de mixtos.

El Sevilla sacó la calidad en dos acciones de mucho mérito y marcó dos goles. Pero fueron muchas las ocasiones fallidas, las veces en las que Sarabia, el Mudo, Correa, Ben Yedder, el propio N'Zonzi... se plantaron en el área de Las Palmas y no terminaron de romper al rival. Con 0-2, N'Zonzi tuvo el 0-3. Tenía pinta de goleada de exhibición y terminó en polémica. Y todo por no rematar los partidos, lo que le impide además respirar más. Con la falta que le hace...

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