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Reafirmación del tránsito

  • La última derrota ante el Oporto, que barrunta eliminación, puede significar la constatación de que hay más miradas puestas en el próximo proyecto que en el actual · La mejoría del juego, asidero para salvar el curso.

"Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto". Es la definición que la Real Academia de la Lengua Española otorga a una palabra, transición, repetida cada vez más en el seno del sevillismo. Era la sensación de algo que se veía venir, que se intuía, pero que ha quedado constatado prácticamente con la derrota -dolorosa por lo que significa y por cómo se produjo- a la que tuvo que asistir la afición el pasado jueves ante el campeón portugués, el Oporto.

Sin embargo, habría que hacer una matización en lo que se refiere a la definición exacta de la RAE y lo que busca el sevillismo, que acepta que su equipo esté en un periodo de tránsito desde lo que fue a lo que es, pero con el deseo de volver a ser lo mismo, no algo distinto. Por poner ejemplos futbolísticos, el Sevilla se fija en el Valencia y no en el Deportivo y ambos pasaron por un periodo de transición tras ganar la Liga en ese paréntesis que dífícilmente se repetirá bajo la hegemonía que ya es insultante entre Barcelona y Real Madrid. El aficionado sevillista, y Del Nido el primero, quiere un tránsito como el del club levantino, que permanece situado en el segundo escalón del fútbol nacional después de pasar aquella época gloriosa de Rafa Benítez, Mendieta, Piojo López, Angulo y compañía. El Dépor de Irureta y los Mauro Silva, Diego Tristán, Fran y Makaay se ha quedado en nada y el Sevilla tiene que afinar para que el cambio generacional se parezca más al producido en Mestalla que al que llegó en Riazor.

Para todo ello es bueno que el propio presidente asuma la situación y si ya lo había hecho en privado, el olor del probable desastre en la Europa League le ha llevado a hacerlo en público. La misma noche del 1-2 ante el Oporto dejó en El Larguero, programa de la cadena Ser a nivel nacional, una frase que ilustra el sentir actual de la ejecutiva del consejo de administración sevillista. "No estamos haciendo la campaña que todos pensábamos, pero bueno, en estos momentos lo único que cabe es seguir trabajando y, si las cosas no salen, configurar otro proyecto para que las cosas el próximo año salgan. Todavía queda mucha Liga y mucha competición".

Monchi, el subdirector general deportivo, no lo ha admitido con palabras, pero sí con hechos. La llegada en el mercado de invierno de Rakitic y Medel, dos refuerzos que en lo poco que les ha dado tiempo de demostrar prometen mejorar el nivel del equipo, lo que hace es acelerar la planificación de la temporada que viene y, de camino, tratar de enderezar la presente. Son fichajes, quizá no los nombres -o puede que sí- pero sí los conceptos, que estaban previstos para el próximo verano y que, por supuesto, se descontarán de la inversión a realizar para el nuevo proyecto. No por nada, sino porque es lo lógico, porque son dos jugadores jóvenes y con proyección y porque los dispendios económicos no son posibles en los tiempos que corren.

Es evidente que el Sevilla que ganó títulos y que soñó con una Liga con Palop, Escudé, Renato, Kanoute, Luis Fabiano... necesita una renovación que, aunque se ha ido haciendo, quizá le queda el remate final y -también, por qué no- la regeneración en el espíritu no sólo del equipo sino de todo el entorno: afición, prensa, el propio club... No terminar con ese halo de romanticismo y de constantemente recordar lo vivido acaba tumbando cualquier proyecto que se plantee triunfar a medio-largo plazo.

Está claro que hay que hacer una restauración y una consolidación del edificio, pero de un edificio que todavía no se ha caído y que, como dijo Del Nido tras la derrota del jueves, no debe olvidar que "todavía queda mucha Liga y mucha competición". El objetivo de seguir clasificándose para una competición europea por noveno año consecutivo aunque sea la Europa League está al alcance de la mano. Lo demás requiere una reestructuración, pero habrá que hacerla a su tiempo. Un portero, un lateral derecho, quizá otro izquierdo, un delantero que supla a Luis Fabiano... y, por supuesto, un entrenador. Ahora mismo nadie se plantea que Manzano vaya a seguir el próximo año, pero tampoco jura que vaya a terminar la temporada. En definitiva, todas las características de un tránsito en toda regla.

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